lunes, 21 de diciembre de 2009

Aminetu Haidar. Ganadora




EL MUNDO. CRONICA. ERENA CALVO (colaboradora de EL MUNDO enviada especial a El Aaiún) 20 de Diciembre de 2009

Mohamed El Kassimi tiene 13 años, una causa que defender -la de un Sáhara libre e independiente- y una madre, Aminatu Haidar, que acaba de superar una huelga de hambre de 32 días tras ser expulsada de Marruecos al aeropuerto de Lanzarote el pasado 14 de noviembre. Su madre, que lo es al mismo tiempo de todos los saharauis por el respeto que le profesan, consiguió -tras duras gestiones diplomáticas- que su situación se desbloqueara este jueves y regresar por fin a El Aaiún, capital administrativa del Sáhara Occidental. Ni Mohamed ni su hermana, Hayat El Kassimi, se separan desde entonces de Haidar. La acompañan día y noche, se sienten orgullosos de ella y no escatiman en besos, abrazos y miradas de ternura.

Pero no son los únicos que esperaban con ansiedad el regreso de la Gandhi saharaui, de 43 años, muy debilitada de salud pero preñada de futuro. La noche caía el jueves en la ciudad de El Aaiún, capital del Sáhara Occidental, y los rumores -cada vez más certeros- sobre el regreso de la activista corrían de boca en boca y de casa en casa. La alegría y la esperanza por su vuelta crecían al mismo tiempo que lo hacía la fuerte presencia policial, que inundó las calles de la ex colonia española.

En una de esas calles, la de Haidar, en el barrio de Casa Piedra, en la plaza que rodea la casa de la activista decenas y decenas de amigos, vecinos y familiares se daban cita horas antes del aterrizaje de la saharaui en la pista del aeropuerto de El Aaiún. Su avión, en el que le acompañaron su médico y su hermana Leila, tomó tierra sobre las doce y media hora local. La noticia corrió como la pólvora por la habitualmente soporífera ciudad. La saharaui, que ha perdido casi siete kilos durante la huelga de hambre, se negó a ser trasladada a su casa en una ambulancia. En su coche familiar, acompañada por uno de sus tíos, hizo una entrada triunfal en su barrio. «No podéis estar aquí, este asunto es muy sensible», se justificaban los agentes del orden marroquí mientras impedían a la prensa acercarse a la vivienda de la activista, sitiada por distintos cuerpos de seguridad.

«Viva Aminatu, fuera Marruecos». Lo que no pudieron evitar fue que los periodistas fueran testigo de las manifestaciones espontáneas de jóvenes, mayores, mujeres y niños, ávidos de proclamar a los cuatro vientos la independencia de su pueblo y de recibir con gritos de apoyo a Haidar: «Es única, nuestra Ghandi saharaui, nuestra madre; viva Aminatu, viva el Polisario, fuera Marruecos», repetían mientras levantaban sus brazos y hacían el gesto de la victoria.

La fiesta se alargó hasta altas horas de la madrugada en un Aaiún que respiró sólo por Haidar. Visiblemente cansada, el viernes por la mañana pudo recibir a los periodistas en un despiste de las fuerzas del orden. Estoy «alegre», «orgullosa» y «muy agradecida por la bienvenida que me han brindado familiares, amigos y los cientos de saharauis que desafiaron a las autoridades marroquíes».

«Sé que la causa saharaui triunfará; aunque la generación de Aminatu no lo vea, sé que el destino de esta tierra es ser un Sáhara libre e independiente». La activista, a la que ya han comenzado a suministrar suero y pronto empezará a alimentarse de nuevo, lo tiene claro: «Las torturas, los encarcelamientos, las huelgas de hambre, todos los sufrimientos son por nuestra lucha, y de momento tenemos una batalla ganada, la de mi vuelta». Para Haidar, que no piensa pedir perdón al rey de Marruecos, su vuelta a casa «es una victoria para el pueblo saharaui». Y un alivio, ha dicho el mismísimo Ban Ki Moon, secretario general de la ONU. Haidar vive.

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