El ‘caso Haidar’ aumenta la presión de los colectivos saharauis sobre España
EL PERIODICO BEATRIZ MESA. 21/12/2009 EL AAIÚN / ENVIADA ESPECIAL
*Foto: Beatriz Mesa
El regreso de Aminetu Haidar al Sáhara Occidental, el jueves pasado, ha abierto un nuevo frente al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: crece el número de grupos juveniles de El Aaiún que, a raíz del caso de la activista, exigen a la diplomacia española una denuncia explícita de las violaciones de los derechos humanos en su territorio y reclaman un impulso definitivo al referendo de autodeterminación.
Dichos colectivos exigen también la «recuperación de la memoria» después de un siglo de convivencia con el pueblo saharaui y una posición «intransigente» hacia la oferta de autonomía que Marruecos ha presentado para la región. Así las cosas, el caso Haidar no solo ha desempolvado un conflicto histórico que parecía guardado en el cajón de los olvidos, sino que además ha motivado que jóvenes saharauis –que nacieron plegados a la corona marroquí y tomaron el relevo de la lucha pacífica a la vieja guardia– regresen estos días a la calle, muchos más envalentonados que nunca.
RECUPERAR LA MEMORIA / La conocida como la madre saharaui ha dado vitalidad a una causa que tiene como principal objetivo «hacer mucho ruido» en España, país al que siempre vieron como un pueblo hermano y «no como colonizador», según comenta el activista Simo, para quien la ocupación de hoy sí es «violenta». «Los saharauis son reprimidos casi a diario; discriminados en la calle, en la escuela, en el hospital... Queremos que España vuelva para protegernos», proclama espontáneo otro muchacho, Hamdi, de apenas 26 años. Pese a su juventud, conoce su pasado al dedillo y dice ser consciente de la responsabilidad histórica y moral de España, que abandonó el territorio hace ahora 35 años.
Hamdi pertenece a esas nuevas generaciones de la lucha pacífica, que han puesto sobre el tapete al Ejecutivo español reivindicaciones que pasan, fundamentalmente, por la recuperación de la memoria. Y denuncian que el reino alauí, dentro de su estrategia anexionista, ha levantado en el Sáhara Occidental ciudades para poblar solo con marroquíes y así «acabar» con la identidad saharaui. En el seno familiar saharaui, siempre surgen sentimientos de nostalgia mezclados con desdén ante «el olvido» español, el peor cómplice, según dicen, de este pueblo.
ACUERDOS DE MADRID / Por ello, los jóvenes saharauis exigen a la antigua colonia española que corrija el que consideran uno de sus mayores errores: los acuerdos tripartitos de Madrid de 1975, que fueron todo un regalo para Marruecos. La Marcha Verde y la posterior anexión del Sáhara Occidental se consolidaron. «En esos acuerdos se dijo que la administración se ofrecía para 30 años, y ese tiempo ya ha expirado. ¿Por qué no venís a recuperar vuestro territorio?», pregunta preocupado Hamdi.
Un vehículo persigue sin disimulos a la redactora de EL PERIÓDICO hasta la salida de El Aaiún. Las entrevistas con los jóvenes activistas se realizan sobre una duna, lejos del ojo avizor. En la ciudad, los saharauis no pueden entrar o salir de sus viviendas sin antes ser sometidos a interrogatorios por parte de la policía marroquí. La resolución del caso de la activista Haidar hirió tanto la sensibilidad de Marruecos que «ahora llegará más mano dura», augura Simo. Sus dos compañeros asienten, también convencidos. Ninguno se estremece por lo que se avecina, aunque sufrieron en su piel los diferentes métodos de la tortura tras la Intifada de 2005, en la que participaron. «Me da igual morir, mira Haidar. A ella la pueden destruir, pero no vencer», comentan.
Los hijos de Haidar rechazan las armas porque su pueblo es de «paz», pero si el Frente Polisario los llama a la guerra, acudirán. «Cuando perdamos la confianza, tomaremos las armas». A estos jóvenes les queda la esperanza de que el pueblo español se solidarice con ellos y, de esa forma, haya un referendo de autodeterminación. Pero otros piensan que su tierra tiene demasiada riqueza para dejarla escapar: fosfatos, agua y pesca. «Es esto lo que los han machacado, la riqueza», defiende la historiadora mexicana Claudia Barona, autora del libro Hijos de la nube.
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Miedo a la policía en El Aaiun
Heridos en las manifestaciones para celebrar el regreso de Aminetu Haidar no se atreven a ir al médico por temor a ser detenidos en el hospital
EL PAIS. TOMÁS BÁRBULO Enviado especial - El Aaiún - 21/12/2009 A Maalainin Busofa la policía marroquí le rompió la nariz durante la represión de las manifestaciones que se celebraron en El Aaiún el jueves para recibir a Aminetu Haidar. Cuando pidió a los doctores del hospital un certificado de sus lesiones, ellos le advirtieron de que tenían órdenes de avisar a los agentes para que interrogaran allí mismo a quienes pidieran el documento. El certificado médico es imprescindible para presentar una denuncia: sin interrogatorio no habría certificado, y sin certificado no habría denuncia. Busofa renunció y se fue a casa.
El número de saharauis heridos aquella noche supera la veintena, según un balance provisional realizado por varias organizaciones de derechos humanos. La mayoría son mujeres y adolescentes, que sufren traumatismos, fracturas y luxaciones. Pero, a la vista de las instrucciones de los médicos, no resulta extraño que ninguno de ellos se haya decidido a demandar a la policía. Es tal su miedo, que algunos ni siquiera se han atrevido a acudir al hospital; han preferido conformarse con los cuidados más discretos de los curanderos.
No obstante, varios sí han accedido a contar su situación a algunas ONG. De ahí que las autoridades intenten silenciarlas. Ayer mismo, la policía irrumpió en la casa del activista Hamad Hamad cuando unos periodistas lo entrevistaban. Los agentes afirmaron que, para hablar con la prensa, los defensores de los derechos humanos necesitaban un permiso especial del Gobierno de Rabat, y ordenaron a los reporteros que abandonaran el domicilio de inmediato.
Los activistas temen que cuando los medios de comunicación llegados a El Aaiún para el regreso de Aminetu Haidar abandonen la ciudad -y la mayoría lo ha hecho ya-, la policía recrudezca la represión contra ellos. Djimi El Ghalia, presidenta de una ONG, quiso hacer un llamamiento a través de EL PAÍS "para que el apoyo que la sociedad española ha mostrado hacia Aminetu Haidar siga vivo en favor de todos los defensores de los derechos humanos".
La salud de Haidar, a quien los agentes mantienen confinada en su casa del barrio de Zemla, ha empeorado ligeramente en las últimas horas: tiene algo de fiebre y la tensión baja. No obstante, accedió a hacer una breve declaración por teléfono. "La mía", dijo, "es una situación de encarcelamiento. Los marroquíes quieren decirle al mundo que estoy aislada, que estoy sola, que el Sáhara no está conmigo. Pero no lo van a conseguir. Los saharauis están conmigo. Todos opinan como yo, pero no lo manifiestan porque tienen miedo".
EL PAIS. TOMÁS BÁRBULO Enviado especial - El Aaiún - 21/12/2009 A Maalainin Busofa la policía marroquí le rompió la nariz durante la represión de las manifestaciones que se celebraron en El Aaiún el jueves para recibir a Aminetu Haidar. Cuando pidió a los doctores del hospital un certificado de sus lesiones, ellos le advirtieron de que tenían órdenes de avisar a los agentes para que interrogaran allí mismo a quienes pidieran el documento. El certificado médico es imprescindible para presentar una denuncia: sin interrogatorio no habría certificado, y sin certificado no habría denuncia. Busofa renunció y se fue a casa.
El número de saharauis heridos aquella noche supera la veintena, según un balance provisional realizado por varias organizaciones de derechos humanos. La mayoría son mujeres y adolescentes, que sufren traumatismos, fracturas y luxaciones. Pero, a la vista de las instrucciones de los médicos, no resulta extraño que ninguno de ellos se haya decidido a demandar a la policía. Es tal su miedo, que algunos ni siquiera se han atrevido a acudir al hospital; han preferido conformarse con los cuidados más discretos de los curanderos.
No obstante, varios sí han accedido a contar su situación a algunas ONG. De ahí que las autoridades intenten silenciarlas. Ayer mismo, la policía irrumpió en la casa del activista Hamad Hamad cuando unos periodistas lo entrevistaban. Los agentes afirmaron que, para hablar con la prensa, los defensores de los derechos humanos necesitaban un permiso especial del Gobierno de Rabat, y ordenaron a los reporteros que abandonaran el domicilio de inmediato.
Los activistas temen que cuando los medios de comunicación llegados a El Aaiún para el regreso de Aminetu Haidar abandonen la ciudad -y la mayoría lo ha hecho ya-, la policía recrudezca la represión contra ellos. Djimi El Ghalia, presidenta de una ONG, quiso hacer un llamamiento a través de EL PAÍS "para que el apoyo que la sociedad española ha mostrado hacia Aminetu Haidar siga vivo en favor de todos los defensores de los derechos humanos".
La salud de Haidar, a quien los agentes mantienen confinada en su casa del barrio de Zemla, ha empeorado ligeramente en las últimas horas: tiene algo de fiebre y la tensión baja. No obstante, accedió a hacer una breve declaración por teléfono. "La mía", dijo, "es una situación de encarcelamiento. Los marroquíes quieren decirle al mundo que estoy aislada, que estoy sola, que el Sáhara no está conmigo. Pero no lo van a conseguir. Los saharauis están conmigo. Todos opinan como yo, pero no lo manifiestan porque tienen miedo".
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