El Gobierno español no tiene vergüenza
EL DIA 3/sep/10 SUPERCONFIDENCIAL ANDRÉS CHAVES
1.- He podido hablar, largamente, con Eva Solano, una joven de 31 años que formó parte del grupo de activistas canarios agredidos en El Aaiún por la policía marroquí y por algunos civiles. Eva es maestra en paro y estaba allí por convicción, por solidaridad con el pueblo saharaui, sojuzgado por Marruecos. Es decir, tengo un testimonio de primera mano, emitido por una persona de toda mi confianza -su padre es amigo mío y conozco a su familia-. Me contó pormenores de la carga realizada contra ellos y me aseguró que algunos de los que los golpeaban estaban en la comisaría de policía mientras les tomaban declaración. Es decir, eran policías o miembros paramilitares al servicio del Gobierno de Marruecos. Ocho horas duraron los interrogatorios e incluso ella recibió, en la noche del lunes, una llamada anónima amenazándola de muerte. Al mismo tiempo que Eva me contaba todo esto, España los negaba y su Gobierno se ponía al lado de Marruecos. Es el único Gobierno del mundo que no defiende a los suyos. Tremendo.
2.- La guinda de los despropósitos llegó el martes pasado, cuando un fulano llamado Juan Pablo de la Iglesia , secretario de Estado de Exteriores, declaraba que no había constancia de que los agresores fueran policías, que aceptaban la versión de Marruecos y que, en todo caso, la manifestación de los catorce activistas era ilegal. Para los manifestantes no lo era, pues no reconocen la autoridad marroquí en el territorio. A mí me da que Zapatero , Moratinos , el fulano llamado Iglesias y toda la basca están metidos en un charco. ¿Qué sabe Marruecos que pueda perjudicar al Gobierno socialista de España? Lo digo porque sus miembros no hacen otra cosa que rendir pleitesía a las autoridades alauitas. ¿Deberíamos relacionar lo que está pasando con otros asuntos muy graves que ocurrieron en este país hace seis años?
3.- En todo caso, el Gobierno de España no tiene vergüenza. Catorce ciudadanos españoles fueron agredidos. Dos de ellos sufrieron heridas de consideración. Fueron escupidos, insultados, vejados y acorralados en una lúgubre comisaría, donde fueron fichados e interrogados como vulgares delincuentes. ¿Vale la pena ponerse al lado de Marruecos cuando todo esto ocurre? ¿Dónde está la dignidad de España? ¿Qué coño ha hecho el Gobierno -errático- de Canarias por nuestros conciudadanos? ¿Basta una tímida protesta de Claudina Morales , la presidenta de CC, en su defensa? Lo que ha ocurrido es muy grave, pero parece que interesa más en Alemania, en Canadá o en los Estados Unidos que aquí. ¿Qué sabe Marruecos que el Gobierno español está tan cagado de miedo?
Después de la fenomenal paliza propinada a los activistas canarios prosaharauis en el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos, desde China el presidente Zapatero, refiriéndose a este tema, nos dice que todo va a seguir igual, pues hay al parecer importantes intereses entre ambos países que tienen que ser salvaguardados. Cuando habla de estos intereses me imagino que se refiere tanto a la venta de material militar español a Marruecos, como al expolio de los caladeros pesqueros saharauis y otros más. Lo que no sé es en qué medida valora el presidente del Gobierno el estar ayudando a un país que además de no respetar los derechos humanos, ejerce un peligroso nacionalismo expansionista.
También quiero recordar que fue la Francia de la igualdad, libertad y solidaridad la que impidió, ejerciendo su derecho al veto en la ONU, que este organismo se encargara de velar por el respeto de los derechos humanos en el Sáhara Occidental. La misma Francia que ahora, tras la expulsión de los gitanos, está claramente cuestionada en Europa. Este derecho al veto de algunas potencias reduce la importancia que debería de tener un organismo como la ONU, puesto que se permiten cosas tan insólitas como que el país ocupante del Sáhara Occidental se salte una y otra vez el respeto a los derechos humanos.
Recientemente, el Gobierno italiano ha saldado con el Gobierno libio la deuda histórica que tenía y le ha dado a este último un montante elevado de dinero. El Gobierno español, por el contrario, en vez de saldar la deuda histórica que tiene con el Sáhara -que solamente es seguir reclamando con firmeza el referéndum de autodeterminación en la ONU- hace suyas las tesis de Marruecos y nos dice que se respete la ley que allí impera, llevando el conflicto a una situación que, como ha reconocido recientemente el Frente Polisario, puede acabar en guerra. En este estado de cosas, confiar como se dice desde el Gobierno en que no se vuelvan a repetir los incidentes, suena más a cantos de sirena que a otra cosa.
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ABC Canarias / TRIBUNA ABIERTA
SALUDOS A LAS VALIENTES Y SOLIDARIAS DEL AAIUN. DOMINGO GARÍ
Día 03/09/2010 LAS personas valientes y solidarias que han ido al Aaiun a reclamar justicia para el pueblo saharaui, se merecen el aplauso, el respeto y la admiración de todos los partidarios de la paz y de una solución justa y democrática para la República Árabe Saharaui Democrática. Llevar la solidaridad hasta el extremo en que lo han hecho estos compañeros y compañeras, no es fácil.
Con valentía se enfrentaron a esa terrible maquinaria represiva que es el estado marroquí. Y con ser bastante dura la inhumana forma en que fueron tratados, pudo haber sido mucho peor, y algunos así lo temían. El valor de ir a la boca del lobo no lo posee todo el mundo, y por eso, los que lo tienen deben de sentir el respaldo y el aliento de todos los que no osamos correr esa aventura peligrosa. Las personas solidarias del Aaiun han mostrado estar a la vanguardia en el movimiento de respaldo al pueblo saharaui, y seguro que después de este honorable episodio nuevas formas de solidaridad se inventarán, y se pondrán en marcha desde aquí y desde otros muchos lugares. La grandeza de los activistas solidarios es el contraste más evidente a la miseria de los dos gobiernos; el de España y el de Marruecos. La diplomacia del cinismo tan propia de la realpolitik representa el lado más perverso de la política. Su miseria de cuenta intereses (económicos, seguridad, geopolíticos, etc.) sitúa a sus actores en lo peor de la herencia humana. ¡Qué pobres y patéticas fueron las declaraciones de Zapatero y de Moratinos, y qué grande el gesto solidario de los amigos del Sáhara!
La defensa de los intereses nacionales no es la defensa de la integridad física de los ciudadanos del país, sino la protección de los intereses económicos de las empresas que operan en Marruecos. Los centenares de empresas, muchas de ellas multinacionales, que van en busca de mano de obra barata y dócil, pesan mucho más en los intereses nacionales españoles que la defensa de los derechos humanos y del derecho internacional, por mucho que inventen discursos que nos relatan la historia al revés.
Cuando la RASD por fin logre sus objetivos, cuando esta lucha ya sólo esté en los libros de historia, cuando las instituciones del Sáhara libre y las del estado español puedan retomar con normalidad las relaciones políticas, culturales, económicas, y establecer relaciones bilaterales de hermandad y buena vecindad, la posición timorata y cobarde del gobierno español y la reaccionaria y asesina de la monarquía alauita, la leeremos como un nuevo episodio de historia negra de España y de Marruecos. La posición de la diplomacia española dando por buena la explicación del gobierno marroquí sobre los autores de la agresión a los activistas canarios, queda desmentida por la información dada por la prensa reaccionaria de Marruecos. «Los servicios de seguridad no iban a dejar prosperar esta provocación ridícula» escribió el diario Aujourd'hui le Maroc; o «la intervención de las fuerzas del orden contra manifestantes españoles que ondeaban banderas del Polisario en pleno centro de El Aaiún», relató Le Soir; «la interpelación policial tuvo lugar en el momento en que sus militantes se preparaban para desplegar pancartas» informó Liberation. Esa versión de los hechos, que coincide con los testimonios de los activistas canarios, deja bien al descubierto con quién está el Gobierno español.
Pero más allá de los testimonios de la prensa marroquí y de los activistas a favor del Sáhara, el Ejecutivo español no puede desconocer cómo actúan las fuerzas de ocupación en un territorio sometido a su terror. Nada allí es inocente. Ni la policía, ni los, colonos ni el ejército, ni los servicios de seguridad. La brutalidad cotidiana de la ocupación no es un acto espontáneo y arrebatado de ciudadanos ingenuos, sino la violencia planificada y sistemática de un estado totalitario y colonialista. El colonialismo y la ocupación son actos bárbaros y racistas, no hay violencia mayor ni más injustificada que la que ellos engendran. Todo lo que sobre eso explicó en su día Frantz Fanon no ha perdido ni un ápice de verdad. «El mundo colonizado es un mundo cortado en dos. La línea divisoria, la frontera está indicada por los cuarteles y las delegaciones de policía. En las colonias, el interlocutor válido e institucional del colonizado, el vocero del colono y del régimen de opresión es el gendarme o el soldado (…) En las regiones coloniales, (…) el gendarme y el soldado, por su presencia inmediata, sus intervenciones directas y frecuentes, mantienen el contacto con el colonizado y le aconsejan, a golpes de culata o incendiando sus poblados, que no se mueva. El intermediario del poder utiliza un lenguaje de pura violencia. El intermediario lleva la violencia a la casa y al cerebro del colonizado».
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La vergüenza del Sahara
DEIA Editorial Martes, 31 de Agosto de 2010
Tras 46 años del reconocimiento de su derecho a la autodeterminación por la ONU, 110 resoluciones y 64 informes y cumplidos 19 años de alto el fuego del Polisario; Marruecos mantiene la ocupación y la represión con la aquiescencia internacional
LA agresión, confinamiento y posterior liberación de catorce activistas prosaharauis por parte de la policía marroquí tras realizar una concentración en El Aaiún en exigencia de la libertad para el Sahara vuelve a poner de nuevo sobre la mesa de la actualidad el que ya se puede considerar como el conflicto de descolonización más antiguo de África y a su vez el más intrincado debido a los intereses económicos que, además de Marruecos, también Francia, Estados Unidos y España poseen en la zona y el caso omiso que Rabat, con la aquiescencia de Madrid, Washington y París, hace de las resoluciones e informes que la ONU -a cuyas directrices se someten todos ellos y concretamente el Estado español desde su entrada en la organización en 1955, es decir, mucho antes de su abandono del Sahara- ha venido aprobando y realizando durante los últimos cuarenta y seis años. La incapacidad -o la calculada dejadez- de la comunidad internacional para forzar al reino alauita a reconocer lo que la Asamblea General de las Naciones Unidas ha venido reiterando en las 110 resoluciones emitidas desde 1964 -el derecho a la libre determinación de los saharauis- hasta la última del pasado 30 de abril y recomendado en los más de sesenta informes que la ONU ha emitido al respecto en los últimos 27 años, ha terminado por enquistar un conflicto que han ido heredando nada menos que seis de los ocho secretarios generales que en la ONU han sido, desde U. Thant al actual Ban Ki-moon, pasando por Kurt Waldheim, Javier Pérez de Cuéllar, Boutros Ghali y Kofi Annan, sin que ninguno de ellos, como tampoco los sucesivos enviados especiales para el Sahara -James Baker, Peter Van Walsum y el actual, Christopher Ross- hayan podido ofrecer una solución a la ocupación militar e ilegal del Sahara por Marruecos, a la continuada y brutal represión del pueblo saharaui ante el silencio internacional y la impotencia de la ínfima fuerza de interposición -la Minurso apenas tiene trescientos efectivos- ni tampoco hayan dado respuesta a los acuerdos de la Organización de la Unidad Africana de hace tres décadas o a la reiterada negativa de Marruecos a convocar el referéndum de autodeterminación que admitió inicialmente y que Rabat ha venido posponiendo desde el alto el fuego de 1991 al no aceptar la aplicación del censo de 1974 que estipulaba el Plan de Paz de la ONU para una consulta que debía haberse celebrado el 26 de enero de 1992, hace ya 18 años. Siempre con la inacción, si no colaboración, de un Estado español cuyos sucesivos gobiernos han ignorado las responsabilidades inherentes a su condición de original potencia colonizadora, pero también, como se ha vuelto a demostrar ahora, la nítida posición de una sociedad consciente de la injusticia a que se somete desde el siglo pasado al pueblo saharaui por la interesada permisividad española e internacional con Marruecos.
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