El Gobierno marroquí se niega
a colaborar con la Justicia española y hace caso omiso a los requerimientos de
la Audiencia Nacional, que tiene abierta una investigación por el genocidio
saharaui entre los años 70 y 80. Hace dos años y medio, el Juzgado Central de
Instrucción número 5, que en su momento dirigía Baltasar Garzón, solicitó una
comisión rogatoria preguntando a las autoridades del país norteafricano si
estaban investigando estos hechos y, en caso de ser así, cuál era el resultado.
Según la doctrina que rige la
justicia internacional, en el caso de que el país donde se haya cometido el
delito ya tenga abierta una causa, este tiene preferencia y España debe cerrar
la investigación.
Sin embargo, Marruecos ha
preferido mantenerse en silencio y negarse a contestar a la Audiencia Nacional,
obligando a esta a dejar el caso estancado. El 8 de junio de 2010 fue la primera
vez que el juez, a través del Ministerio de Justicia, se puso en contacto con
las autoridades marroquíes para conocer su postura sobre tal genocidio y si
habían abierto una investigación. Ante la falta de respuesta, el 19 de
noviembre el juzgado se puso de nuevo en contacto con Justicia para preguntar
sobre la respuesta del país vecino.
El 4 de octubre de 2011 y el 9
de abril de 2012, el sustituto de Garzón, Pablo Ruz, envió dos nuevos
recordatorios al Ejecutivo alauí, con un silencio por respuesta. Finalmente, el
titular del Juzgado Central de Instrucción número 5 remitió una nueva comisión
rogatoria reclamando de nuevo que se le informe de si se está investigando en
Marruecos el genocidio saharaui, de si se ha notificado a los querellados de la
causa, de si los presuntos implicados tienen causas abiertas en su país, y que
se le ofrezcan datos oficiales sobre el número de víctimas en el Sáhara durante
esas dos décadas y en el lugar de inhumación, según fuentes conocedoras del
caso.
A día de hoy y a pesar de la
insistencia del juez, la Autoridad Central marroquí se niega a contestar a la
Justicia española boicoteando sus investigaciones. La clave de la cuestión son
las personas querelladas y sus cargos. Son once altos cargos, entre los que se
encuentran el general de la Armada marroquí, Housni Bensliman; el delegado
general de la Administración Penitenciaria, Hafid ben Hachem, o el interventor
general adjunto del director de la Policía Judicial, Brahim Bensami.
Con otra investigación abierta
a Marruecos por un delito de lesa humanidad por la agresión policial en un
campamento saharaui, que acabó con la vida de un español, sí ha contestado a
las comisiones rogatorias remitidas por el juez de la Audiencia Nacional,
Ismael Moreno, para informar que ya tiene abierta una causa y, por tanto, queda
fuera de la competencia española. Concretamente, remitió un informe con doce
causas abiertas por la muerte de Baby Handay Buyema, atropellado por un furgón
policial, en el asentamiento de Gdeim Izik en noviembre de 2010. Eso sí, desde
el 13 de enero de 2011, cuando se envió la comisión rogatoria, las autoridades
marroquíes remitieron todas las diligencias practicadas por su Justicia en mayo
de 2012, según las mismas fuentes.
Las relaciones diplomáticas
con Marruecos son complejas. Cierto es que existe un convenio de colaboración
entre España y Marruecos y que este debería entregar todos los datos que se le
exigen a España. Sin embargo, existen otros intereses, sobre todo a nivel
antiterrorista, que podrían ayudar a que el Gobierno español no le interese
presionar ni actuar contra el país vecino.
En 2010, cuando se conoció el
suceso del 'campamento de la dignidad', el fiscal general del Estado en ese
momento, Cándido Conde Pumpido, pidió prudencia y recordó que uno de los querellados
en esta causa, el que fuera ministro del Interior marroquí, Taib Cherkaui,
expresidente del Tribunal Supremo y exfiscal general en su país, "es una
persona que ha colaborado mucho con nuestro país” en materia antiterrorista.
Pumpido sostenía que antes de acusar había que tener pruebas fehacientes de que
en los sucesos de El Aaiún se había producido un delito de genocidio, porque en
esos momentos sólo había un muerto español.
A partir de ese momento todo
cambió. Inicialmente, la Fiscalía defendía investigar a Marruecos, pero después
de varias reuniones con su ministro del Interior, tanto el Ministerio público
como el Gobierno hicieron suyas las explicaciones del país alaudí. El objetivo
no era acabar con los saharauis, decían en ese momento, sino evitar que el
terrorismo islamista se implantara en el territorio. Este extremo afecta mucho
a España, uno de los principales objetivos de este terrorismo. Ambos países
están luchando contra este mal y hay que evitar como sea que se expanda y
recale en nuestro país.