viernes, 22 de marzo de 2013

"Lloro por lo que no puedo reparar", de Mulay A. Jalifa a un amigo que se marchó



El compromiso con la patria, si cabe, acaba de calar más hondo en nuestras almas. Uno más, traza el camino, el único camino, el camino de la verdad, esa verdad consiste en la importancia del Sahara Occidental para los suyos. Un hombre grande, su grandeza, a parte de su modestia y de su honestidad, consiste también en su determinación por ser ni más, pero no menos, claro, que un saharaui. Para Luchaa, ser saharaui los es todo.
No hace mucho, nos entramos una tarde en la casa de su hermana en el "27 de Febrero"; por cierto, para ella mi más sentido pésame, pues es fácil imaginarse su padecimiento; también se encontraba Habibulah, Bachir Lumahad y otras personas más. Les pedí a ellos (luchaa y Habubulah) algunos datos de la historia del "20 de Mayo" para contrastarla con los que ya tenía; de imaginarme lo que podría ocurrir, hubiera intentado por todos los medios detener el tiempo para sonsacarle tantas cosas que sólo él conoce y que seguramente se habrá llevado con él, cuestiones, hechos a los que las futuras generaciones tienen derecho y necesitan.
En una de esas, con intención de pincharle a Luchaa, le dije que fulano pertenece a la tribu tal, vi como se encogía y le pregunto, que pasa hombre, si esto se ha convertido en algo rutinario; a lo que me responde: no para mí, no sigas por ahí, por favor. Después de aquella ocasión, ya no nos volvimos a ver.
Una simple anécdota, pero que en realidad resume hasta qué punto para Luchaa,  la causa de la identidad saharaui se encuentra por encima de cualquier otro cosa y causa. Causa a la que ha dedicado cada minuto de su vida.
No sé si excluir los primeros año de su existencia, esos en los cuales se impone algo que UBEID tanto odiaba, que es la dependencia; aunque esta vez, se tratase de esa dependencia imprescindible y que los padres nunca están dispuesto a ceder ya que les corresponde criarnos a todos.
Luchaa no quiso esperar demasiado y se lanzó a muy temprana edad, hacia aquello que en realidad era lo único que le apasionaba de veras, o sea conseguir el país de todos los saharauis, costase lo que costase, que por cierto está costando mucho.
Me acuerdo de cuando lo vimos en los pasillos de Naciones Unidas, junto a Mohamed Lamin Ahmed, entrevistados por Jesús Hermidas, allá por el año 1975, o lo que es lo mismo, allá por el siglo XX. Dijo…, los saharauis somos, por lo menos Un Millón. Claro, Luchaa, conocía muy bien cuáles eran los enemigos y los combatía, uno de ellos, probablemente el principal es el número de la población.
Luchaa fue amable y soñador, educado y áspero, oriental y occidental, fue un hombre de mentalidad inmensa. Fue austero y sibarita. A veces tímido a la hora de hablar pero cuando la ocasión lo requería hacía FILIBUTERISMO, por la carga extensa de razón, razones y razonamientos, de los que siempre iba cargado.
Coincidimos en el año 1993, en un trabajo, con nosotros se encontraba una pareja de suecos en la recepción, organización y distribución de equipamientos diversos, destinados a los refugiados,  para quién si no; fueron aproximadamente tres meses, al menos hasta que fui destinado a otra misión, Luchaa y su esposa Bhaya, a la cual recuerdo, estimo y en estas amargas circunstancias quisiera apoyar y consolar, siguieron trabajando los dos. Era realmente envidiable el espíritu de entrega al trabajo de estibación, que en teoría no le correspondía, de ese inolvidable compañero.
El horario era sagrado para Luchaa, nada que envidiar a los escandinavos que colaboraban, ni a los fornidos y expertos compañeros estibadores del centro de equipamiento, en lo que atañe al esfuerzo físico que se requería para realizar la labor de carga y descarga, todo lo hacía tomando la delantera.
Su rostro hermoso y varonil era un libro abierto, cuando notaba algo con desacuerdo, casi nunca utilizaba la palabra, y eso que habla varios idiomas,  todo quedaba evidente al dirigir la mirada, con aquellos enormes ojos surcados por pestañas pobladas y esa media sonrisa que exhibe una dentadura envidiable. Desde luego que cuando debía hablar no se callaba.
En fin, querido Luchaa, la muerte nos ha metido un verdadero golazo. Suele hacerlo, esta vez también; es de esos goles que asustan, desmoralizan, en fin es de esos goles que al final, derrotan.
Estoy convencido de que no te asustabas de saber lo inevitable que era esa parte del paso por la vida, ni tampoco cuando supiste, recientemente que el desgraciado hecho ya era inminente. Se también a ciencia cierta que nada te hubiera satisfecho tanto como haber asistido al día del retorno y la imposición definitiva de la R.A.S.D. sobre los territorios de, al menos Saguia El Hamra y Río de Oro.
Tu marcha ha sido prematura, tu vida fue intensa, tu voluntad inquebrantable, ignoras el cansancio y de toda esa personalidad, contagiaste a mucha gente, gente que te echará de menos, sin duda.
Es prácticamente imposible hallar a alguien al que no te hubiera unido alguna actividad a favor de la consolidación de la causa saharaui y la consagración del Frente Polisario, de su bandera y de sus eslóganes, sin importar la generación a la que perteneciese; dicho sea de paso, quiero presentar mis condolencias más sentidas a esas siglas por la pérdida que acaba de sufrir, pues esta es irreparable.
Que sepas que con tu vida nos allanaste el camino y que ahora adornas el jardín de los mártires, cual una flor mas de las más bellas, he ahí la eternidad.
Dicen que para los que mueren, no hay más que halagos, al menos estos, están justificados.
De todas formas lo que no se puede soslayar es que unos ya se fueron, mientras los otros nos disponemos a marchar. Adiós, amigo Luchaa, descansa en paz. Rahma ulgafran, djenna urudwan, tus hijos, tus amigos, tu pueblo, todos te recordaran.
Mulay Ahmed Jalifa