lunes, 30 de junio de 2014

Jadiyetu El Mohtar. Una pesadilla que dura cuatro décadas

Cambio16, 29 de junio de 2014
Jadiyetu El Mohtar. Representante de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis en la Delegación Nacional de España en Madrid.
En este Día Mundial de los Refugiados quiero llamar la atención de los lectores sobre una realidad que sufre mi pueblo desde hace casi cuatro décadas, una población de 165.000 refugiados instalados en el desierto argelino desde que España le abandonara a su suerte y Marruecos invadiera de manera ilegal y militar nuestro territorio: el Sahara Occidental. Es obvio pensar que ya no pueden considerarse como refugiados de emergencia por parte del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que debe plantearse otras políticas de asistencia a los refugiados saharauis mientras esperamos una solución eternamente aplazada, que exige de la ONU la celebración del referéndum de autodeterminación tantas veces exigido en sus resoluciones y tantas veces aplazado por la falta de firmeza de la misma comunidad internacional.
La acción de la Agencia de la ONU (ACNUR) se centra en la atención a las poblaciones refugiadas durante un período de pocos años considerados de emergencia y de intermediación para la resolución del conflicto en cuestión, pero la situación de los saharauis hoy por hoy es un reto para la misma ONU. Cuatro décadas resistiendo y subsistiendo con la ayuda humanitaria internacional y con una organización ejemplar y encomiable, que ha hecho de los campamentos saharauis un ejemplo de dignidad, donde las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres, los mayores son venerados y los niños escolarizados.
Pero los logros no nos van a privar de destapar unas deficiencias tan graves como que los saharauis continuamos recibiendo de la comunidad internacional una ayuda basada en una cifra de población prevista de 90.000 personas. Una situación nutricional precaria en la que no se cubren siquiera las necesidades básicas de más allá de un 60% de la población. Los estudios de la situación de la población saharaui realizados en los últimos años por la misma ACNUR ponen de manifiesto tremendas carencias y la urgencia de adoptar medidas de excepción para atender las necesidades básicas de una población cuya asistencia humanitaria se basa en datos de hace30 años, porque no se han tenido en cuenta las políticas de natalidad impulsadas por el Frente Polisario y que hace que la masa de población infantil saharaui refugiada supere los 25.000 niños.
Los principales problemas de salud derivados de las duras condiciones de refugio entre otros son la diabetes, la hipertensión arterial, la anemia, dolencias cardíacas y la hepatitis B. Las cifras hablan por sí mismas: el 38% de la población saharaui refugiada sufre de malnutrición crónica; el 71% de las mujeres lactantes y el 75% de las embarazadas padecen anemia; y el 7% de los niños son celíacos. Las comisiones médicas multidisciplinares ofrecen consultas especializadas a los refugiados con una frecuencia trimestral, pero sólo alcanzaron a 4.000 saharauis en 2013, de ellos un 48% son mujeres. ACNUR proporcionó en 2013 alimentación complementaria a unos 10.000 refugiados, centrando su objetivo en la disminución de las tasas de malnutrición crónica, anemia en todos los menores de 5 años, mujeres embarazadas y lactantes, así como cubrió el 60% de las necesidades en los campamentos, aportando bienes fungibles médicos, reactivos para rayos X, laboratorios, servicios de atención dental y programas de formación de hábitos alimentarios, higiénicos y nutricionales para lactantes y población infantil.
Otro de los factores sobre los quiero llamar la atención es la situación de las familias saharauis separadas desde hace 40 años por el exilio y el muro que divide nuestro país. Un muro construido por Marruecos y que mide 2.740 kilómetros, separa el país de norte a sur y está sembrado de más de 10.000 minas antipersonas. Todo ello agravado por el expolio de nuestros recursos naturales por parte de la fuerza de ocupación (Marruecos) y la brutal represión a la que está sometida la otra parte de la población saharaui que no está refugiada, pero sí encarcelada en su propio país. La pasividad de la ONU en la resolución del conflicto que enfrenta al Frente Polisario y Marruecos, ha generado que, transcurridos 39 años de exilio, la población saharaui refugiada exija a la ONU que replantee el programa de ayuda humanitaria, adoptando medidas urgentes para crear oportunidades económicas en los campamentos por la peculiaridad de la situación, tanto en el fondo como en la forma y tiempo.
Hoy es un Día para reflexionar sobre la vida de los refugiados y sus derechos a través del compromiso con sus justas luchas. El pueblo saharaui es uno de esos pueblos que lucha contra una injusticia que tiene su origen en la dejadez de España y su falta de compromiso con un pueblo al que le unen lazos históricos y con el que tiene una deuda política, jurídica y moral pendiente. Para España son nuevos tiempos, espero que para los saharauis también lo sean y para ambos un tiempo de reconciliación histórica en el que España culmine un proceso de descolonización que haga a los refugiados despertar de una pesadilla que ya dura cuatro décadas.

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