martes, 19 de agosto de 2014

Marruecos: dos quejas hacia España y una discreta petición de ayuda

Rabat desea apoyo español en el contencioso del Sáhara
Está descontento por las prospecciones petroleras en Canarias
La relación hispano-marroquí es en teoría espléndida, pero lo sucedido a principios de la semana pasada -la llegada el martes 12 de un número récord de inmigrantes a las costas andaluzas- demuestra que algo no va bien.
Más allá de la escueta explicación dada por el ministro del Interior marroquí, Mohamed Hasad, sobre "disfunciones" en el dispositivo de vigilancia costera, los expertos y analistas de las fuerzas de seguridad o de centros académicos no creen que la salida de tantas embarcaciones, durante tantas horas y desde tantos puntos de la costa sea una casualidad.
David R. Vidal, que durante largos años trabajó para el Centro Nacional de Inteligencia (espionaje español) en el norte de África y sigue en contactos con algunos de sus informadores, afirma que la relajación en la vigilancia de varios cuerpos "indica que la orden tuvo que venir a cierto nivel". "Se hicieron además varias llamadas avisando de esta ventana de oportunidad a traficantes y a algunos jefecillos de grupos de subsaharianos".
Con un atrevimiento que contrasta con la actual prudencia de los políticos y del Gobierno español, Haizam Amirah Fernández, investigador del Real Instituto Elcano, declaró al diario The New York Times que la "flexibilización de los controles costeros "ha sido utilizada por Marruecos para demostrar su descontento con España o porque no consigue algo que quiere obtener.
Aunque no lo ha expresado públicamente Rabat tiene dos motivos de disgusto con España, pero también necesita su apoyo diplomático para los desafíos a los que se va a enfrentar en los próximos meses con relación al asunto que más le preocupa: el Sáhara Occidental, según señalan fuentes marroquíes conocedoras de la política exterior de su país.
Cuando era ministro de Exteriores -ahora es consejero real- Taieb Fassi-Fihri repitió que "el 90% de la relación" entre España y Marruecos "pasaba por el Sáhara", es decir, dependía de hasta qué punto el Gobierno español sería receptivo al enfoque marroquí de un conflicto que dura desde hace ya 39 años.
Aunque ninguna potencia occidental, empezando por España, pone en tela de juicio el control marroquí sobre el Sáhara, el nerviosismo de Rabat quedó puesto de manifiesto en una entrevista que su embajador ante la ONU, Omar Hilal, concedió el miércoles a la agencia de prensa oficial MAP.
En ella Hilal exige "neutralidad de la secretaría general de la ONU", como si ahora no lo fuese, pide que la Minurso (contingente de cascos azules en el Sáhara) sea "imparcial" y que el proceso de negociación sea "previsible". Denuncia además maniobras tendentes a ampliar el mandato de la Minurso, para que tenga competencias en materia de derechos humanos, y advierte: ponen "en peligro la presencia de la Minurso". Para salir airoso de estos retos Marruecos necesita a España, la antigua potencia colonial.
Hace doce años, cuando el BOE publicó un real decreto (23 de enero de 2002), abriendo la vía a las prospecciones petroleras junto a las islas más orientales de Canarias, el Ministerio de Exteriores marroquí publicó un comunicado tachando esa iniciativa de "unilateral" e "inamistosa" porque vulnera "los derechos inherentes a la soberanía marroquí" sobre sus aguas. Ahora que el Gobierno español acaba de conceder las licencias a Repsol, Rabat "calla, pero eso no significa que no esté disgustado", señala un funcionario marroquí.
El tercer reproche marroquí, tampoco expresado públicamente, está más bien dirigido al Partido Popular (PP) que al Ejecutivo central. Su rama de Melilla suscribió a finales de julio un "pacto social" para la convivencia con el principal partido de oposición, Coalición por Melilla (CpM, musulmán), que deja claro que el islam que se practica en la ciudad debe estar alejado de la tutela de Marruecos. Pese a las advertencias marroquíes, a finales de la década pasada sucedió algo parecido en Ceuta y Rabat aún no lo ha digerido.
Probablemente sea una combinación de estos tres factores la que haya incitado a relajar la vigilancia sobre las costas marroquíes para dejar claro a las autoridades españolas hasta que punto necesitan a Marruecos para que España no tenga el mismo problema que Italia. Más de cien mil inmigrantes, procedentes de Libia, -todo un récord- han desembarcado a sus costas en lo que va de año.

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