sábado, 20 de agosto de 2016

“No siento odio por quienes me torturaron”, Elghalia Djimi, activista por el pueblo saharaui

Elghalia Djimi está apareciendo estos días en la prensa italiana
Su único crimen es ser una mujer saharaui, una pequeña minoría de origen amazigh [Nota Poemario: lo correcto es sanhaya] y árabe que vive desde hace siglos en el Sahara Occidental. El activismo de Elghalia Djimi por los derechos de su pueblo le costó tres años y medio de prisión en Marruecos. En 1975, tras el fin del dominio español, el territorio del Sahara Occidental fue ocupado por Marruecos y Mauritania, a pesar de que una resolución de 1960 de la ONU y pronunciamientos sucesivos habían reconocido el derecho a la libre determinación y la independencia de los pueblos colonizados. En 1979 Mauritania se retiró, dejando sólo al Estado en un dominio que, en efecto, tras más de 40 años se pueden describir como “colonial”. Desde el año 1998, junto con otros ex prisioneros, Djimi registra todas las violaciones de derechos humanos cometidas contra el pueblo saharaui. Hoy vive en El Aaiún, la capital no oficial del Sahara Occidental, con su marido y sus cinco hijos. El 20 de agosto de 2016 se le otorga en la basílica de Santa María del Carmine Maggiore de Nápoles, el “Premio Pimentel Fonseca 2016”, prólogo de la fiesta del periodismo civil internacional “Amordazar”, programado del 18 de septiembre al 24 en el Museo Pan de Nápoles.
Elghalia, en los tres años y medio de cárcel pasados en una prisión de Marruecos, fue sometida a crueles formas de tortura. Entre las más violentas, fue atacada por perros y le rociaron ácido en la cabeza. ¿ Qué sentimientos le provocan actualmente los carceleros y el estado que le hicieron eso?
“Mi ánimo es bueno. Gracias a Dios soy creyente y estoy firmemente convencida de la bondad de valores como la tolerancia, la convivencia y el respeto a los demás. Ciertamente, ha habido dolor y sufrimiento, pero ahora me siento una persona mejor. Continúo mi trabajo de la resistencia pacífica y denuncia de mi pueblo, para que algún día pueda alcanzar la independencia en nombre de la libertad y la autodeterminación se le debe conceder”.
Pero ¿por qué Marruecos sigue ocupando su tierra? ¿La explotación económica, al igual que el colonialismo, es la primera y gran motivación?
“Por supuesto. Nuestra zona es rica en recursos naturales. Tenemos varios minerales subterráneos, pero sobre todo el mar frente a nuestra costa es uno de las mejores zonas de pesca en el mundo. Es por eso que Marruecos no nos permite decidir nuestro destino como pueblo. El período de transición después de la colonización española nos promete un referéndum, pero Marruecos siempre se ha opuesto porque sabe que la gran mayoría del pueblo saharaui votaría por la independencia”.
¿Los saharauis son hoy discriminados en Marruecos? ¿Qué perspectivas tiene un joven saharaui por delante?
"Por desgracia, sí, tanto en la escuela como en el trabajo hay abusos y delitos diarios. Especialmente contra los jóvenes, esta situación es a veces insoportable. Por eso los jóvenes de El Aaiun salen a las calles a protestar, atrayendo así la atención y la violencia de la policía contra ellos”.
¿Nunca ha albergado dentro de sí misma sentimientos de venganza o de odio?
“No, el odio y la venganza no resuelven nada. De hecho, sólo tiene añaden problemas a los problemas, resentimiento al resentimiento. El mío es un pueblo pequeño y tranquilo. Soy y quiero ser un ejemplo de convivencia: a pesar de todo lo que he sufrido, no tengo sentimientos de venganza contra el pueblo marroquí. Tengo muchos amigos y amigas marroquíes muchos amigos con los que me gusta compartir mi tiempo”.
En los últimos tiempos en Europa hay un gran debate sobre el tema del burka y el “burkini”. ¿Qué opinas?
“La vestimenta es una opción personal, y creo que cada uno debe ser libre de elegir. Las mujeres saharauis tenemos la melhfa, una tela de algodón que cubre todo el cuerpo excepto la cara y las manos, pero no nació por razones religiosas, sino por el clima. La campaña de “burkini” debe ser detenida, porque sólo alimenta una polémica gratuita. Por otro lado en relación al burka creo que la cara siempre debe mostrarse por razones de seguridad pública”.
Otro problema del que se habla es la supuesta relación entre la migración y el terrorismo. Los atentados islamistas en julio pasado en Francia y Alemania han provocado una acalorada discusión sobre el hecho de que en esta época en la que millones de personas tratan de llegar a Europa y de alguna manera ponen en riesgo la identidad europea y la seguridad.
“Soy una mujer musulmana y quiero decir que el verdadero y profundo espíritu del Islam es de tolerancia y convivencia. No creo que la religión islámica sea la causa del extremismo. Hay ignorantes, hay exaltados, pero no hay que juzgar a cientos de millones de personas por las acciones de unos sinvergüenzas. Hay que reflexionar sobre los migrantes: Estas personas desesperadas que huyen del hambre, la guerra y la miseria, de tantos problemas, y que están dispuestos a arriesgar sus vidas merecen ser aceptadas. Los estados que tienen la capacidad deben recibir a estas personas y crear las condiciones para su integración y para que comiencen una nueva vida”.

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