martes, 1 de febrero de 2011

Juicio del defensor saharaui de derechos humanos Hassana Alaia




El Aaiun capital del Sahara Occidental Ocupado por Marruecos

*Fuente: Itziar Fernandez Mendizábal, Observadora internacional en el juicio. 31 de enero de 2011

Hoy han juzgado a Hassanna Alaia, joven activista saharaui defensor de los Derechos Humanos y, por lo tanto, siempre a traves de medios pacificos, ¿su delito? der saharaui y trabajar por la libertad de su pueblo.

No es la primera vez que Hassanna ha tenido que enfrentarse a un juicio, o haber sido torturado por la policia marroquí, pero el juicio de hoy ha sido de gran trascendencia, tanto para su futuro como porque la suya va a ser una sentencia que probablemente sirva como precedente para juicios posteriores a otros y otras activistas.

Hassanna ha sido defendido por dos experimentados abogados saharauis: Mohamed Fadel LEILI y Lehbib ERGUIBI. En la Sala, en calidad de Observadora de Derechos Humanos, también me encontraba yo, que he seguido el juicio con atención y aunque no he entendido lo que se decía, sí puedo contar lo que he podido observar y, sobre todo mis impresiones del tono y el lenguaje no verbal de quienes han intervenido.

Hassanna se ha enfrentado a la acusació n de haber agredido a la policía el día 8 de noviembre en el momento del desmantelamiento del Campamento Agdim Izik, incitado por: Naama Safari, Abdalahi El Fauni y Lmgimad Abdeljalil

El expediente que estaba en manos del juez y el Ministerio Fiscal era muy grueso. Lleno de atestados policiales con incriminaciones falsas que, cuando fue detenido tras casi dos meses de estar oculto, la policía marroquí pretendió que hiciera suyas, por medio del uso de la violencia, sin que Hassanna firmara ninguna de ellas. Solo consta su huella en uno de los pliegos, en el de su entrada en Comisaría

Previo a su juicio se han visto el de otras cinco personas, ninguno de ellos ha durado más de 5 minutos. El juicio contra Hassanna ha durado 40 minutos.
El Ministerio Fiscal se ha empleado a fondo con las acusaciones, levantándose incluso de su asiento para poner más énfasis en las mismas.

Sus abogados defensores no se han quedado cortos. Con vehemencia y con argumentos han refutado todas las acusaciones que se le han imputado. Se da la circunstancia de que Hassanna el día 8 no estaba en el Campamento, ya que, tras la detención de Naama Asfari, el día 7, con quien habia trabajado codo con codo todos los dias anteriores, se habia trasladado a El Aaiun.

Sus abogados han alegado, ademas de la circunstancia anterior, que el atestado de la policía está incompleto. No figura ninguna víctima, ni tampoco se ha personado ningún supuesto agredido en el juicio, y, sobre todo, no consta la firma de Hassanna en el informe policial. Han finalizado su alegato diciendo que el verdadero motivo de la acusación no es una agresión a la policía, sino el hecho de que Hassanna Aalia defiende la autodeterminación del Sahara Occidental.

El juez, por su parte, miraba y remiraba los documentos del expediente, a la vez que se ha mostrado muy atento en las intervenciones tanto del Fiscal como de los abogados defensores. También ha interrogado a Hassanna, quien en todo momento se ha mostrado firme. Ha reconocido su participación en el Campamento Agdim Izik, pero no asi los delitos que se le imputan.

El juicio ha quedado visto para Sentencia, que se pronunciara el dia 14 de febrero.

Tendremos que esperar a esa fecha para saber si podemos respirar con tranquilidad en lo que respecta a Hassanna y al resto de activistas que pasen por ese Tribunal o nos encontramos, una vez más, con un atropello judicial de las libertades y los Derechos Humanos en el Sahara Occidental Ocupado.

No voy a hacer una resena de Hassanna Aalia, porque seria imposible definirle mejor que lo que lo ha hecho Laura Gallego, la valiente y solidaria periodista de GuinGuinBali, quien le conoce bien por haber compartido con eé muchas horas de trabajo en el Campamento Agdim Izik

Os dejo con ella. Itziar Fernandez Mendizabal



GUINGUINBALI  LAURA GALLEGO  06/01/2011

“Cansado de ocultar. Siempre en casa. Es como la cárcel”. “No he vivido, como todos los jóvenes del mundo”. “Tortura e intimidación para impedir el estudio”. “Olvidados, ¿hasta cuando vamos a seguir siéndolo? Me voy a quedar hasta la muerte”. Son frases que forman parte de conversaciones mantenidas a través del chat. Con la ayuda del traductor automático, Hassanna conseguía transmitirme sus sentimientos. Y partirme el corazón.

Cara a cara, eso sí, no necesitamos a “San Google,” y eso que no hablamos ningún idioma en común, pero se ve que ambos tenemos una facilidad pasmosa para comunicarnos; con nadie me he reído durante tanto tiempo y con tantas ganas ayudados sólo de algunos gestos. Es por su alma de niño. Siempre está al borde de la carcajada, incluso cuando no procede.

Hoy procede menos que nunca, pero quiero imaginármelo así en el calabozo de El Aaiún. Es sólo uno más de la interminable lista de detenidos. Cayó ayer, después de casi dos meses de encierro domiciliario. De estar escondido, vaya. Algo que, como me contaba en esas conversaciones de madrugada, le hacía sentir que se le escapaba la vida, la que sabe que tienen otros chicos en otros sitios. La que a él no le está permitida.

Durante los últimos días su nombre ha aparecido en los periódicos marroquíes; lo relacionaban con los que el Gobierno de ese país ha tachado de “instigadores” del Campamento Gdeim Izik, que ya están entre rejas y aguantando torturas atroces. Era cuestión de tiempo, por tanto.

La verdad es que siento haber llegado tarde; me hubiera gustado ayudar a elaborar esas informaciones. Porque quizás, cegados con su perfil de terrorista en ciernes, se les olvidó contar que se trata de un chico de 20 años que, cuando sonríe, los demás elementos desaparecen de su cara; sólo quedan dientes, y un par de ojos negros muy brillantes. Que sueña con estudiar en la universidad, aunque tuvo que abandonar en el Bachillerato, (bueno, le obligaron ellos, así que esa parte deben conocerla. Es que sabía pronunciar la palabra independencia). Cree que se le dan mejor las ciencias, así que alguna carrera de esa rama estaría bien. Es muy dormilón, se le pone cara de pánico cuando ve una alarma programada que le va a dejar sumar pocas horas de sueño. Aunque se levanta como un rayo si es necesario, si puede ayudar en algo o tiene alguna obligación pendiente. Padece de asma, la arena del campamento le sentaba fatal a su respiración, aunque diría que genial a todo lo demás.

Y sí, está comprometido con una causa. Debajo de esa apariencia tan tierna, hay un hombre curtido. Que no vive como otros jóvenes significa más bien que se ha saltado esa etapa. Él y todos los que han decidido defender, que no es más que pedir, el Sahara para los saharauis. Pedirlo pacíficamente, que nadie se olvide. Por eso ha dormido hoy en prisión, y quién sabe lo que le espera.

Porque como bien dice él, están olvidados. Y no sé responder a su pregunta. No sé cuándo el mundo va a decidir abrir los ojos y parar este absurdo; este goteo incesante de detenciones, torturas, familias rotas.

En un debate televisivo sobre 'el conflicto del Sahara', como solemos llamar a este absurdo los periodistas, un supuesto oponente quiso arremeter contra mí argumentando con rintintín que “era la primera vez que escuchaba decir que la Historia no importa”. Como queriendo decir que no habría barbaridad mayor que no tener en cuenta ese factor. Le corregí de inmediato, porque yo no había pronunciado tal cosa. Pero hoy no me importa hacerlo: No, no me importa la historia, no me importa la política (ni la geopolítica, ni la realpolitik), ni la legalidad internacional ni los intereses económicos o los vericuetos de la geoestrategia. No me importa quién tiene razón. Y no debería importarle a nadie. Nada de eso debería pesar a la hora de intervenir para parar el sufrimiento de esta gente. ¿Dónde está el límite?

Sé que su convicción es de otro planeta, porque Hassaana ese día estaba algo desanimado, pero aún así, no lo pasen por alto, dejó bien claro que se quedará “hasta la muerte”. Pero es que la muerte puede llegar en una de esas celdas donde estos días se están practicando torturas de las que tienen nombre, porque vienen heredadas de otros sistemas represores y perfeccionadas, supongo, a lo largo del tiempo. Para ajustar cuánto aguanta una persona sin respirar, o hasta qué punto se puede golpear.

Saldrá, y lo hará con su sonrisa, porque es el reflejo de su espíritu, y eso no se lo van a quitar, ni a él ni a ninguno. De hecho, se que se reiría si viera mi cara al escribir esto, siempre lo hace cuando en momento de tensión ha visto miedo en mis ojos. Pero parece que de momento Marruecos quiere limpiar el territorio de activistas (activistas por los derechos humanos, que luchan pacíficamente, yo tampoco me voy a cansar de repetirlo) y eso significa padecimientos innombrables para todos ellos tras las rejas. Es lo que está pasando con la connivencia de la ceguera voluntaria que ha decidido practicar el mundo. Y es demasiado injusto, demasiado doloroso.

En realidad, basta que se queden con sus palabras: cansado, abandonado, dolorido. Pero convencido. Nada puede cambiar eso, ¿hasta cuándo van a permitir que Marruecos siga intentándolo por cualquier medio?

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