El pueblo saharaui celebra en este mes de octubre dos efemérides de gran caldo histórico en su lucha, una más reciente y la otra con varios años ya andados.
El 12 de octubre de 1975, o lo que es lo mismo el Día de la Unidad Nacional, fue el momento en el que todo el pueblo saharaui se unió como un puño frente a las tesis expansionistas de Marruecos, y por ende, una respuesta preventiva - para curarse en salud- a los Acuerdos Tripartitos de Madrid, firmados un mes después entre la metrópoli- España-, Marruecos y Mauritania.
Esos Acuerdos de Madrid, según las Naciones Unidas, están vacíos de legitimidad al no constatar lazos de vasallajes ni soberanía histórica entre los que claman en vano esos territorios y los auténticos oriundos del Sahara Occidental. Esos mismos aborígenes, representados por la llamada Yamaa (jefes de tribus con los que España negociaba cualquier asunto que tuviera que ver con los autóctonos, ya sea político, social o comercial) fueron los que abrazaron el ideario del Frente POLISARIO - creado en 1973- y de esa forma quedaron fijadas las aspiraciones de la identidad saharaui en la región saharaui de Ain Bentili en 1975, lo que daba luz verde a la creación de una identidad saharaui consolidada, moderna y de pleno derecho sobre el territorio del Sahara Occidental, cuyo represente único y legítimo es el Frente POLISARIO.
El 12 de octubre marcó el camino hacia la Unidad definitiva de los distintos sectores que componen el cuerpo saharaui, y al mismo tiempo obstaculizaba - de forma legal- cualquier maniobra o aspiración de España a abandonar el territorio, sin haber antes consumido sus responsabilidades históricas hacia el pueblo saharaui, especialmente en cuestión de su derecho a la descolonización y a la posterior autodeterminación. Principios de la Carta Magna de las Naciones Unidas, que España hizo de ellos un papel mojado y una vergüenza en su historia, al entregar el Sahara Occidental a Marruecos y a Mauritania, abandonando a su suerte al pueblo saharaui.
Y la otra efeméride es la del campamento de Gdeim Izik. Un año ha transcurrido desde que se montó la primera jaima a las afueras de la ciudad de El Aaiún ocupado- capital del Sahara Occidental-. Fue una protesta pacífica y un clamor por la libertad y la dignidad. Y así fue como se llamó ese acantonamiento: el de la Dignidad. Porque esa dignidad es la que le falta a Marruecos, que desmontó, a sangre y fuego, ese grito saharaui por la igualdad y el respeto por sus derechos más elementales.
Ese campamento, no en vano, fue la chispa que marcó el inicio de las protestas árabes - palabras de Noam Chomsky y el pensador árabe Azmi Bishara -. Fue la primera primavera árabe, que se enfrentó a cara descubierta a la maquinaria represiva y dictatorial de Marruecos. Y que, como consecuencia, aún siguen entre rejas 23 de aquellos valientes saharauis. La lucha continúa y ese campamento ya ha pasado formar parte de esos hitos que hacen de este mundo algo más respirable.
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