jueves, 16 de agosto de 2012

Eslovenia. MARATHON SAHARA: Historia del deporte, del desplazamiento y el Sahara Occidental


TekPlus Agosto/Septiembre 2012  Por: DARJO VOLARIČ
“Ni la crisis, ni los secuestros criminales paran el Maratón de apoyo a los casi olvidados Saharauis”. Reportaje sobre el Maratón Sahara 2012 escrito por un maratonista esloveno en la revista TEKPLUS .
En los campos de los refugiados en medio de la  nada en la parte argelina del  Sahara tuvo lugar este año el 12 Maratón  Sahara . Un evento internacional, que une el deporte, el respeto de su destino y el apoyo al pueblo que está luchando hace ya 37 años contra la ocupación marroquí del Sahara Occidental. Sucedió así que ni la crisis económica que está inquietando Europa y la incertidumbre después del secuestro de los voluntarios Enric, Ainhoa y Rosella   en los campos de los refugiados Saharauis no ha parado a más de 400 corredores de maratón de 18 Países, que hemos recorrido la arena desértica argelina para mostrar nuestro apoyo a los Saharauis, que están esperando ya 36 años su regreso a su ocupada Sahara Occidental. El organizador de Sahara maratón Diego Muñoz ha explicado que el triste evento ha fortalecido el deseo de organizar el maratón. Ha dicho también que cada año hay más participantes que después de su vuelta a sus respectivos países, hablan de sus impresiones, que son tan positivas que cada año aumenta el número de corredores solidarios con el pueblo Saharaui. Con  más voces se podría superar el bloqueo de información, porque se habla muy poco de ellos, allí no hay ni guerra ni paz. Hay mucha esperanza. El Ministro de deporte saharaui ha agradecido a todos los participantes por su participación, cuando se reunieron con la única meta de apoyo al pueblo Saharaui en su lucha pacífica para la libertad e independencia de Sahara Occidental. Fue visible su emoción cuando nos agradeció en nombre del pueblo Saharaui por  todo nuestro apoyo. Esta vez, el maratón fue particular también por haber sido organizadas actividades paralelas, como por ejemplo animación con un circo italiano, organización de pequeña olimpiada para niños (carrera), juego de futbol entre los saharauis y los corredores y el hermanamiento con escuelas de España y de Estados unidos de América y también con las donaciones de animales domésticos para las familias más pobres (cabras, ovejas). Los corredores del Maratón hemos contribuido, a través de nuestra contribución para participar en el maratón, a la compra de los zapatos de deporte y de medicamentos para el hospital. Sahara maratón fue organizado por primera vez en el año 2001 con la organización de los voluntarios internacionales con el fin de recaudar fondos para proyectos humanitarios, como son la recogida de los artículos deportivos para los niños, de medicamentos y de alimentación. Todo eso ha contribuido a construir escuelas, edificios anexos a las escuelas y de ambulatorios.
Preparaciones para Sahara maratón
El año pasado, mientras navegaba por internet, encontré la dirección del – quizás el maratón más humanitario – maratón para el apoyo a los Saharauis, que permanecen en el medio de nada desde hace años, en la parte más inhospitalaria del desierto argelino. Algunos clics en internet y ya encontré la página Sahara maratón, con todas las instrucciones para la participación. La cuota de participación fue de 900 euros e incluía el vuelo Madrid-Tinduf-Madrid, el visado argelino y el alojamiento con familias, alimentos, agua, transporte al punto inicial y la ayuda humanitaria, que sería de 500 euros. Claramente he tenido que organizarme yo solo para llegar hasta Madrid. He volado desde Venecia, lo que me costó 150 euros. Después de seis horas de vuelo desde Madrid, que despejaba los tonos de teñido  amarillo y castaño del desierto y con la puesta del sol, hemos llegado con hormigas en el estómago al aeropuerto militar de Tinduf. Debido al peligroso viento desértico, los aviones salen y aterrizan solo de noche. Luego, hemos entrado en los autobuses viejos, acompañados por los militares en caravana a los campos de los refugiados. El viaje duró unas tres horas. En el medio de la noche, después de más de un día de viaje, hemos llegado hasta nuestros anfitriones bajo la luz de las linternas. En los campos de los refugiados no había ni electricidad, ni alcantarillado, ni agua corriente ni carreteras. Para ellos, es todo temporal, todos volverán a sus casas y dejarán el desierto solo, en el medio de nada. Toda la semana, todos los participantes del Sahara maratón hemos sido huéspedes de las familias saharaui en jaimas (esto son las tiendas tradicionales saharauis), donde hemos sentido su vida cotidiana y su hospitalidad. Solo así podemos entender su vida cotidiana y sus dificultades, que los Saharauis viven durante todo el año. Hace ya 37 años. La comida fue muy bien preparada; como huéspedes hemos tenido casi platos europeos, claro sin carne de cerdo, pero en toda su carestía nos han servido casi como en cualquier hotel. Entre la multitud de las tazas de té nos hemos reunido con ellos en su mundo de espera para la vuelta a la ocupada Sahara Occidental. Sahara maratón tiene lugar cada año siempre el mismo día 27 de febrero, que es su día de independencia; cuando el deporte y la aventura se unen para apoyar a los olvidados del desierto. Hemos sido sus huéspedes y embajadores de apoyo, que se ha convertido en una especie de turismo solidario; todos hemos contribuido para la ayuda más urgente para el hospital y las placas solares y tubos para el agua.
Mi número de Sahara maratón: 266
La entrega de los números de la carrera el día anterior al inicio ha sido algo especial. En el edificio al lado del campo de baloncesto estaba un mercadillo muy especial, donde las mujeres Saharauis vendían sus productos (banderas, camisetas y bufandas), los organizadores tenían la conferencia de prensa y presentaron el maratón y los proyectos, que tendrían lugar paralelamente a la carrera. Me dieron el numero 266 y les preguntaba muchas cosas. Quería saber todo. La escasez de tecnología, sin chips, sin sensores, ni cronómetros que mostrarían los resultados provisionales, han formado la atmosfera de maratón, lo único que temían todos era el viento desértico. El gran maratón ha reunido tres campos de refugiados: El Aaiun, Ausserd y Smara. Yo escogí el pequeño maratón, que nos condujo desde el campo de refugiados Ausserd, a través de la hamada desértica llena de rocas, a través de las dunas de arena desértica hasta la meta en el campo de refugiados de Smara.
El día  del  Sahara maratón
El despertador me despertó a las 6.30, después de una noche de vueltas continuas en mi cama. Teníamos que prepararnos e ir al desayuno en plena oscuridad. Ya el camino hasta el punto de reunión pareció ser una aventura, como no hay electricidad y solo con una lámpara buscábamos el camino entre las tiendas. El desayuno se hizo en silencio, era el día D, miel o mermelada  con mantequilla y té o café fueron lo que podíamos escoger antes de empezar el maratón; ninguno se preocupó mucho de lo que había que comer. Mis pensamientos eran: qué pasa si me pierdo, si me quedo tumbado en el medio del desierto y sin agua. Nuestra salida con los autobuses hasta el punto de salida se retrasó media hora; el sentido de puntualidad entre los Saharauis es muy relativo. Un autobús desechado (donación de España) se ha rellenado de corredores deseosos de la aventura y se dirigió hacia nuestro punto de salida en Ausserd. El camino fue casi tan largo como nuestro maratón; hemos cruzado áreas sin caminos ni senderos, sin carreteras de asfalto, a través de las dunas desérticas y los restos rocosos del desierto. En el punto de salida nos esperaba la multitud entusiasmada de la gente con las banderas saharauis y con sus típicos gritos ezgarit. De los micrófonos salía el eco de su música tradicional mientras nosotros nos calentábamos y saludábamos estrechando la mano con los saharauis, argelinos, españoles y los demás. La foto en el punto de salida con una pancarta diciendo que somos todos solidarios con las tres personas secuestradas y  luego empezamos.
La temperatura en el punto de salida fue de 18 soportables grados con 10 % de humedad, lo que representó una gran diferencia respecto al nuestro frío presionaba durante todo el febrero. El aliento y las banderas Saharauis desplegadas en el punto de salida nos condujeron a través de primeras dunas y delante de mí vi la imagen del Marte, sacada por el robot Spirit. Las imágenes del paisaje inmenso con piedras ardientes, eso no es un desierto normal, se trata de la  Hamada. Es la parte más inhospitalaria del desierto, donde el mercurio durante el verano muestra las temperaturas que superan los 60 grados. Delante de mis ojos se desarrollaba la película de todas las personas que corrían ese día, gente de Barcelona, Argelia, Buenos Aires,  Bucarest, Londres y con los nativos. Hemos corrido con hombro al hombro, nos animábamos con una mezcla de los idiomas del mundo. Ninguno del grupo, que corría juntos, buscaba la victoria. Hemos vencido ya anticipadamente, porque tenemos otras metas, corremos para apoyar al pueblo Saharaui. Al lado del camino había asistencia médica y los organizadores, que cada 5 kilómetros tenían los puntos de refresco ofreciéndonos el agua, los dátiles y gajos de naranjas. Durante toda la carrera nos acompañaban los jeeps con la policía Saharaui, que se ocupaba de nuestra seguridad durante todo el camino. El Maratón, con todos los esfuerzos en atravesar las dunas y las caídas en la arena viva fue un símbolo del pueblo, que vive en el desierto, sin agua corriente y sin electricidad en circunstancias extremas, inadecuadas para la vida. La arena desértica entraba por todos los lados, los calcetines se llenaron de arena ya en primeros metros e ideales para ampollas; lo mismo la respiración,  que se estaba llenando del sabor de la arena del Sahara. Por primera vez, vi a los nativos, como corrían en zapatillas viejas, para nosotros ya inadecuadas y desechables y como las zapatillas les dejaron en la estacada, pero ellos no ceden, corren el maratón también descalzos. Ellos son un símbolo, porque insisten en circunstancias imposibles, en la espera que llegaría un día mejor. Los organizadores temían mucho al viento desértico, que puede dificultar mucho la visibilidad. Las circunstancias del tiempo del desierto son muy inestables, la mañana puede ser bonita y tranquila, pero ya en pocas horas podría acercarse la tormenta de la arena, que borra todas las huellas de la mañana. El camino del Maratón ha sido marcado por piedras o palos cada 5 kilómetros. Fue muy difícil correr porque había que atravesar las dunas y el calor aumentaba siempre más durante los últimos kilómetros. Mientras nos acercábamos a la meta ya no teníamos tanta fuerza pero los Saharauis nos animaron. Las dunas dificultaban  siempre más la carrera, los pies se hundían en la arena hasta los tobillos y  el paisaje de Sahara pintaba delante de mis ojos un sol grande y ardiente. Los últimos kilómetros ya no había puntos de refresco, los Saharauis llevaron todas las botellas de plástico a casa, carecen de agua, también para ellos el agua es la vida. Los gritos y animación han ayudado a superar las contracciones y los últimos átomos de fuerza. Nunca olvidare a los niños que durante los últimos kilómetros pedían caramelos, camiseta o gorro y la botella de agua que tenía. Muy irónico, durante mis últimos kilómetros cuando apenas podía avanzar hacia la meta, deshidratado y débil, escuchaba los gritos: “¡Dame agua!”. La escasez y la pobreza son los mayores enemigos del pueblo olvidado en el desierto. La inscripción 20 km en la caja de las Naciones Unidas de ayuda a los refugiados se ha grabado en mi memoria y me empujaba hacia la meta, con una calle larga de banderas Saharauis y la pancarta Sahara maratón.
La meta y mi ampolla
En la meta, cuando me quité los calcetines, vi mi nuevo recuerdo del maratón, se me ha formado una ampolla. No estoy acostumbrado a las ampollas. Estaba enojado con mis zapatillas Mizuno y les regalé al nuevo amigo  con el cual llegué juntos a la meta soñada, fue un Saharaui nativo con zapatillas llenas de agujeros que me dijo: “con estas zapatillas podré correr en el maratón los próximos 20 años”. Cuando le mencioné mi ampolla, me explico que ellos tienen una ampolla hace muchos años que se hace siempre más grande y se llama Marruecos, que es siempre mas difícil de deshinchar. Los organizadores se preocuparon en la meta de cada uno de nosotros, nos ofrecieron agua, huevo duro, paté y tres rebanadas de pan, con bebida isotónica y una naranja. Podíamos también ducharnos – la única vez durante nuestra estancia. Para ellos, el agua tiene significado diferente, en la carencia de agua corriente el agua es más que la vida, el agua vale oro. Los resultados fueron publicados el día siguiente en la ventana al lado del edificio en la meta. Este fue mi primer pequeño Maratón donde los resultados se publicaron el día siguiente; tenemos que comprender que es un milagro ya la preparación del Maratón en los campos de refugiados.
Que sea este el último Sahara Maratón
En la solemne entrega  de los premios nos dieron a todos los participantes las medallas, hechas a mano con el símbolo Sahara Maratón 2012 hecho de arcilla y latas recicladas con su triste historia en tres idiomas mundiales. La premiación fue teñida de colores de las banderas argelinas,  porqué ellos ocuparon la mayoría de podios de vencedores. Nos parecía muy extraño cuando el Ministro de Deportes Mohamad Molud decía en su charla de agradecimiento que este fuera el último Sahara maratón… El año siguiente se organizaría en otro lugar… correríamos hacia el mar… el océano Atlántico, donde el mar se une con el País desértico denominado Sahara Occidental.
Lejos de su País, del Sahara Occidental ocupado
La carrera a través de la arena desértica para apoyar al pueblo Saharaui que vive exiliado nos ha marcado para toda la vida.  Saber que viven en un lugar de Sahara 200.000 refugiados, que esperan hace ya 37 años su vuelta, en condiciones de vida imposibles, en campos de refugiados, lejos de su Patria. Bajo el sol ardiente de verano, donde el mercurio supera los 50 grados, se enfrentan con las tormentas desérticas, con hambre, sed, con aburrimiento y enfermedades. Soportan la carga de los refugiados porque saben, que tienen razón. Pero, detrás de nosotros reluce la puesta del sol; es allí donde está ocupado su Sahara Occidental.
La vida en exilio depende siempre más de ayuda internacional, pero la ayuda, debido a la crisis económica (el mayor donante es España) está disminuyendo. Los paquetes de ayuda de las Naciones Unidas se están siempre más retrasando y son siempre más pequeños. La alarma suena ya. Siempre menos medicamentos en los hospitales, los médicos se buscan una vida mejor. Según los datos de UNHCR la ayuda para los refugiados no supera los 50 % de sus necesidades. Con 2 kilos de arroz por persona, 2 kilos de legumbres, 425 g de pescado en lata, 1 kilo de pasta, 1 kilo de azúcar, 10 kilos de harina y 1 l de aceite tienen que sobrevivir en un mes. Por persona reciben 20 l de agua al mes y una bombona de gas para la familia. De carne, frutas y verduras pueden solo soñar; esto pueden comprárselo en el mercado libre. Un ejemplo: el sueldo mensual de un maestro de escuela es de 10 euros.