El Colegio de Abogados de Lima
(CAL) organizó el III Congreso Internacional de Derechos Humanos, que se
desarrolló los días 13 y 14 de setiembre en el auditorio José León Barandiarán.
Participaron más de 1200 personas y tuvo que acondicionarse dos salas más con
circuito cerrado por la cantidad de asistentes.
Fue todo un éxito
organizacional de la directora de Derechos Humanos del CAL, Dra. Angélica Sayán
Vidaurre. En el evento participaron representantes de México, Unión Europea, Paraguay
y Palestina. Por Perú disertaron los embajadores José Luis Pérez Sánchez Cerro
–Secretario General de la Cancillería- y Juan Álvarez Vita. Inauguró el
Congreso, el Decano del CAL Raúl Chanamé Orbe y lo clausuró Julián Palacín.
Entre los asistentes estuvieron los embajadores de Argelia, Palestina y
República Dominicana y un miembro de la embajada de Marruecos, así como
representantes de los ministerios de Justicia y Defensa y de la Municipalidad
de Lima Metropolitana. También numerosos miembros del Ejército, la Marina, la
Aviación y la Policía Nacional del Perú.
El día miércoles 12 en la
tarde me llama el Dr. José Pajares, miembro de la Dirección de DDHH del CAL y
me invita a participar en el evento con una ponencia: “La ONU, el Derecho
Internacional, los Derechos Humanos: Caso Sáhara Occidental.” Al mismo tiempo
recibo el mail oficial de invitación de la Dra. Sayán. Debo confesar que dudé
por un momento -por lo corto del tiempo- para la preparación de la disertación.
Unos minutos después confirmé mi presentación.
Acudí a la inauguración el
jueves 14, me sorprendió la cantidad de asistentes y el nivel de los oradores.
Poco antes del cóctel de inauguración, me avisan que la embajadora de Marruecos
Oumama Aouad había llamado a varios directivos del CAL para extrañarse de por
qué no la habían invitado y pidió exponer también. La Dra. Sayán me avisó por
cortesía lo que pasaba y me señaló que su exposición iba después de la mía. Le
pedí que fuera antes, porque no estaba programada y no accedió. Luego recibieron
una segunda llamada y me indicó que en caso de emergencia que la embajadora no
llegue, ella pidió que dejaran intervenir a cuatro personas de la embajada.
“¿Cuatro? ¿Para qué quieren tantos?” le dije y me reí.
Pensaba que era un psicosocial
de la embajadora Aouad para “asustarme”, pero recordé que los marroquíes no
aceptan debates sobre el tema de la invasión marroquí al Sáhara Occidental y su
violación de los derechos humanos. Los embajadores marroquíes en el mundo tiene
la orden de su rey feudal Mohamed VI de evitar que este tipo de conferencias se
realicen –como lo quisieron hacer en Colombia, Chile y Argentina, de los países
que conozco- y de acallar este tema en la prensa. Pero si en caso la embajadora
asistía mi tratamiento del tema en lo jurídico y en lo emocional sería igual.
Preparé mi discurso y a una
buena amiga le dije que haría un power point. Me aconsejó que no ponga textos
para no distraer al auditorio y que más bien ponga imágenes, lo que hice. A un
amigo le pedí me sacara copias de los wikileaks de la corrupción en Marruecos,
así como los informes de las violaciones marroquíes de los derechos humanos al
pueblo saharaui, de Human Right Watch, Amnesty Internacional, Parlamento
Europeo, Fundación Kennedy y el fallo de la Corte Internacional de Justicia de
La Haya, adverso a la posición expansionista de Marruecos y a favor de la
independencia del pueblo saharaui. Mientras, yo preparaba la estrategia.
Llegó el viernes, pedí
consejos a unos amigos que conocen mucho más que yo la causa saharaui –dos
prestigiosos juristas españoles, un político chileno y otro diplomático que es
representante en la ONU-, más que en el tema de fondo, las formas.
A mediodía asistí a la
recepción por la fiesta nacional de México. Gran saludo al embajador y me
encontré con numerosos amigos periodistas y diplomáticos, a quienes les comenté
sobre el Congreso Internacional de Derechos Humanos del CAL. La embajadora
marroquí me veía de lejos con el ceño fruncido y solo se quedó 15 minutos. Poco
antes le pedí a un periodista que le preguntara si asistiría y que le dijera
que después de su intervención hablaría Javier Diez Canseco, presidente de la
Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso y ardoroso defensor de la causa
saharaui. En realidad Diez Canseco no sabía del Congreso del CAL, aunque ese
mismo día se lo mencioné e invité en la embajada mexicana. Total ¿Por qué yo
también no podía hacer mi psicosocial? Ja,ja,ja…
5.45 pm me apresté a asistir
al CAL previa toma de una pastilla para la presión, por si acaso. Fui al auditorio.
En la mesa de honor estaba colocado mi nombre, así como el de la embajadora y
otros disertantes. A un paso del podio estaba el sitio de ella. Pensé en qué
momento de mi conferencia se pararía, se iría o me agraviaría. “Bah”, dije…
“ella quedaría como un chancho”, especulé. Luego me reí.
Empezaron los discursos con el
solo asiento vacío de la embajadora Aouad y vi en primera fila a un tipo con
rasgos árabes que me miraba continuamente. ¡Era el miembro de la Embajada de
Marruecos! Cuando estaba por empezar a hablar, me indicaron que la embajadora
no vendría y pidió que se deje comentar a unos enviados suyos.
Llegó el momento, comencé a
hablar y mencioné que después de mi expondrían unos miembros de la Embajada de
Marruecos. Indiqué en diversas partes de mi disertación que a mí nadie me tenía
que aclarar o desmentir y que en todo caso lo tenían que hacer a la ONU, al
Parlamento Europeo y a las organizaciones de Derechos Humanos. “Busquen –le
dije a la audiencia- todos estos informes por Internet”. Proseguí con mi
discurso recalcando el Fallo de La Haya que dice “La conclusión del Tribunal es
que los materiales e información presentados a él no establecen ningún vínculo
de soberanía territorial entre el territorio del Sáhara Occidental y el reino
de Marruecos o la entidad mauritana”.
Agrega “por tanto, el Tribunal
concluye que no ha encontrado vínculos jurídicos de tal naturaleza que puedan
afectar a la aplicación de la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General a la
descolonización del Sáhara Occidental y, en particular, al principio de
autodeterminación a través de la libre y genuina expresión de la voluntad del
pueblo del territorio”. (16 de octubre de 1975).
Posteriormente me referí a la
situación en los Campos de Refugiados Saharauis; y a las tropelías marroquíes en los territorios
ocupados. Denuncié finalmente la persecución de la Embajada marroquí a mi
persona en diversos medios de comunicación, que atentaban contra mi libertad de
expresión. Por ello agradecí al CAL la gran oportunidad que me daban para
exponer el problema saharaui.
En medio de mi exposición, un
miembro de la embajada de Marruecos me gritó “mentiroso”. Le dije que
respetara. Hubo un gran abucheo de la audiencia al marroquí, que todo el tiempo
me tomaba fotos y me miraba con disgusto, además que en varias partes hablaba
por teléfono con alguien (seguramente con la embajadora) de mi conferencia. La
Dra. Sayán llamó al orden y pidió al diplomático marroquí que se comporte. Reiteré que a mí no me tenía que
desmentir, que se vaya a la ONU y a las organizaciones de Derechos Humanos…
Terminé mi exposición y la
audiencia me brindó grandes y cariñosos aplausos, que agradecí en nombre del
pueblo saharaui.
Luego la Dra. Sayán le dio la
palabra a uno de los marroquíes –que enseña francés en Lima- y nadie entendió
lo que quiso decir. Además, señaló que “el muro marroquí fue construido para
evitar que los argelinos se roben a niños y se los lleven a Cuba”. Ante tal
disparate la audiencia y el suscrito se rieron. Luego pidió la palabra el miembro
de la embajada marroquí, el joven que me agredió verbalmente… Dijo que el papá
del presidente vivía en Marrakesh (¿?), que todos podían ir al Sáhara
“marroquí” sin visa libremente. Y preguntó –refiriéndose a los saharauis-
“¿quién es esa gente?”. Toda la audiencia gritó en “son seres humanos”, “son
seres humanos”… Fue el principio del fin del inexperto joven marroquí.
Vergüenza debió darle.
El moderador se acercó a
consultarme si quería replicar. Le expresé que no, “que ya solo el marroquí
había cavado su propia tumba”. Los marroquíes, pensé, no debe estar sentados
exponiendo, sino en el banquillo de los acusados, más bien. El jurista Julián
Palacín pidió la palabra y se solidarizó conmigo y con el pueblo saharaui.
Fui premiado por mi
disertación por el CAL y los asistentes me volvieron a brindar generosos
aplausos. Los argumentos jurídicos que respaldan la independencia del pueblo
saharaui y las denuncias documentadas de violaciones a los derechos humanos al
pueblo saharaui por parte de gobierno marroquí, eran incontestables.