lunes, 12 de noviembre de 2012

Crónica de una traición_Bachir Ahmed Aomar


Nos hemos acostumbrado a decir que en los momentos difíciles de los años setenta del pasado siglo, España se vio abocada a abandonar su “provincia” del Sahara Español debido a la presión que ejerció Marruecos con la “Marcha Verde”.
Si miramos la historia y analizamos algunos hechos, se puede llegar a la conclusión de que no fue así. España dejó el Sahara, después de llegar a un acuerdo con Marruecos.
Ya en 1974, España comenzaba a ponerse nerviosa. Los encuentros armados con el Frente POLISARIO se recrudecían y la presión de los ciudadanos en la calle contra la política colonialista, más la represión por parte de los cuerpos de seguridad, daban a entender que la posición española se debilitaba. Ya casi era una realidad que España se marcharía del Sahara. Es más, sus movimientos parecían que iban en esa dirección. Anunciaron que se llevaría a cabo un referéndum donde el pueblo saharaui tendría la oportunidad de elegir su futuro y que España se encargaría de tutelar el proceso.
El cambio de España se produce durante el año 1975. Los acontecimientos se aceleran. La potencia colonizadora intenta por todos los medios dirigir los destinos del futuro saharaui. Crea el Partido de Unión Saharaui (PUNS), cuando en la metrópoli estaban prohibidos los partidos. Intenta formar una especie de gobierno interino con miembros del PUNS. Comienza a construir viviendas, carreteras y a dar trabajo a los saharauis. Todo ellos acompañado de una represión brutal contra los ciudadanos saharauis que denuncian estas maniobras.
La llegada de la Misión Visitadora de la ONU en mayo de 1975 pone nervioso al gobierno español. La población saharaui sale en masa a las calles y deja patente, que solo quieren la independencia y que su único y legítimo representante es el Frente POLISARIO. Además, el informe de la Misión es contundente:” La mayoría del pueblo saharaui quiere la independencia y el único representante es el Frente POLISARIO”.  Marta Jiménez, representante de Cuba y  miembro de la Misión añade, que la ONU debe utilizar todos los medios para que el pueblo saharaui pueda ejercer su derecho a la autodeterminación.
Ante esta derrota diplomática del gobierno español por una parte y el reino de Marruecos y Mauritania por otra, comienza a tejerse una nueva estrategia. Aumentan los contactos entre estos tres países. Las visitas se hacen cotidianas e intentan buscar una solución a espaldas del pueblo saharaui y sin contar con la ONU.
Hassan II y sus medios de información, ponen en marcha lo que teóricamente debe ser la excusa para que España olvide sus promesas, la Marcha Verde. Hacen público que 350.000 marroquíes entrarán de forma pacífica en el Sahara Español. Los medios de todo el mundo ponen su atención en la zona de Tarfaya, por donde entrará la avalancha en territorio saharaui. Lo que no supieron o no quisieron saber es que el 27 de octubre, el Alto Estado Mayor del ejército español, estudia un posible acuerdo militar con Marruecos y Mauritania en el que se fijan los plazos de retirada y entrega de los puestos y guarniciones. Por eso, al este de donde se desarrollaba la Marcha Verde, sin cámaras ni periodistas, se estaba llevando a cabo la verdadera invasión.  Unidades de élite marroquíes con la connivencia del gobierno español ocupaban las bases que el ejército español les entregaba. Esto ocurría una semana antes de la Marcha Verde.
También la tarde del 28 de octubre de 1975 en la ciudad de el Aaiun, camiones cargados de soldados, principalmente de la legión, se dirigen a los barrios de mayoría saharaui y después de tomarlos militarmente, comienzan a sembrar alambradas de espino a su alrededor. Los barrios saharauis quedan totalmente aislados de los españoles. Se hace oficial un toque de queda, para la población saharaui, que rige desde las seis y media de la tarde hasta las siete de la mañana. Todos los saharauis se convierten en sospechosos de no se sabe qué. Los soldados se mofan de los saharauis, les piden la documentación, los cachean, los ponen de cara a la pared, les prohíben que salgan de la ciudad, se les corta el suministro de combustible; los convierten en un peligro imaginario. Los saharauis, por supuesto, desean entender lo que está pasando.
Aunque en las Naciones Unidas el embajador Jaime de Pinies defiende la postura española de llevar el proceso de descolonización hasta el final, sobre el terreno, las cosas se muestran de otra manera. Los ministros del gobierno de Arias Navarro, Carro Martínez y Solís Ruiz  visitan en varias ocasiones al rey Hassan II. Negocian con el rey marroquí  la forma de entregar el Sahara sin que quede malparada la imagen de España.
El 29 de octubre, comienza oficialmente la evacuación de la población civil española. En un plazo corto de tiempo, la mayoría de los civiles abandonan el territorio. Hasta los muertos son exhumados y enviados a Canarias. Por supuesto, entre estos españoles no encontraremos saharauis.
Los militares del territorio se sienten indignados. Temen que las órdenes que llegan de Madrid, se convierta en una simple entrega del territorio a Marruecos. El descontento se generaliza entre la oficialidad. Para calmar los ánimos, el día 2 de noviembre se presenta, por sorpresa, en El Aaiun el príncipe Juan Carlos de Borbón, nombrado dos días antes jefe de Estado en funciones. Las palabras del príncipe, dejan mucho que desear.” Se hará todo lo posible por mantener intacto el prestigio y el honor del ejercito español”, “España cumplirá sus compromisos”, “Deseamos proteger también los legítimos derechos de la población civil saharaui, ya que nuestra misión en el mundo y nuestra historia nos lo  exigen”. Años después en una entrevista, Hassan II confiesa que la visita de Juan Carlos tenía otra función: “Le enviaron para calmar a los oficiales y convencerlos que el problema había adquirido un matiz más político que militar”. “Además, él siempre ha considerado que el Sahara era marroquí y que, si debía entregarlo a algún país, éste era Marruecos y ningún otro”.
La mascarada para la opinión pública  internacional comienza el día 6 de noviembre. Todas las televisiones del mundo muestran imágenes de la “Marcha Verde” sobre el Sahara Español. El mensaje que pretendían, se ha  logrado;  existe peligro de conflicto,  hay que evitar por todos los medios una guerra entre Marruecos y España.
El día 9 de noviembre, con los objetivos que pretendía logrados, Hassan II ordena frenar la Marcha Verde y el regreso de los 350.000 marroquíes participantes en ella, incluyendo a los 35.000 miembros de las Fuerzas Armadas Reales, que iban camuflados entre los civiles.
Con todo bien atado, el 14 de noviembre de 1975 se reúnen en Madrid los jefes de gobierno de Marruecos, Mauritania y España y firman el ignominioso Acuerdo Tripartito de Madrid por el que se reparten el territorio. En ningún momento se ha tenido en cuenta la opinión de los más interesados, el pueblo saharaui.
Con la firma del acuerdo se llega al último capitulo de la crónica que anunciaba la histórica traición del gobierno español al pueblo saharaui.
Aun habiendo firmado el Acuerdo, España se atreve a enviar un comunicado a la ONU advirtiendo que “la descolonización del Sahara Occidental culminará cuando la opinión de la población se haya expresado válidamente”.