Foto: CHUS MARCHADOR
Abdu Mohamed Fadel está recién
llegado a Aragón, donde representa al pueblo saharaui, que, como el palestino,
lleva décadas detrás de un estado propio. En la diáspora o malviviendo en los
campamentos de refugiados de Argelia, los descendientes del antiguo Sáhara
español empiezan a perder su fe en una solución internacional del problema.
--¿Qué hace un hombre como
usted en Zaragoza?
--Ejerzo como interlocutor del
Frente Polisario, que recibe, generalmente, las buenas noticias que le enviamos
desde Aragón. Aunque apenas llevo tres semanas en la comunidad, estoy seguro de
que podremos hacer cosas muy buenas por los saharauis. Además, coordino las
asociaciones de amigos del pueblo saharaui que hay en las tres provincias
aragonesas.
--¿Cómo podríamos definir
el Frente Polisario?
--La versión más común es
definirlo como el movimiento de liberación nacional del Sáhara Occidental, que
trabaja para acabar con la ocupación de Marruecos y conseguir la
autodeterminación del pueblo saharaui. También habría que incluir el objetivo
de erradicar los campamentos de refugiados que vienen existiendo desde
principios del año 1976.
--¿Son los campamentos el
motor que les mueve?
--Entre otras cosas, sí.
Llevamos 40 años en el exilio. Los campamentos saharauis que están en Tinduf,
en la región argelina, están llenos de gente que malvive día a día.
--¿Tan grave es la
situación?
--Es complicada. El campamento
está lleno de tiendas de lona, y aunque hay alguna caseta de adobe, las
infraestructuras son extremadamente delicadas. La vestimenta y la alimentación
es un problema. Lo verdaderamente preocupante es la higiene. Ahí se carece de
todo. No hay recursos y es muy complicado conseguirlos.
--¿Necesitan ayuda?
--Urgentemente. Somos un
pueblo olvidado. Hay que tener en cuenta que la crisis económica global, no
solo la española, ha mermado mucho las ayudas que recibíamos. Organismos
internacionales como Cruz Roja, Acnur, la Oficina de Ayuda Humanitaria de la
UE, o el programa de alimentos mundial han rebajado notablemente sus subvenciones.
Entendemos que no es porque no quieren, sino porque no pueden.
--¿Cómo es el carácter del
pueblo saharaui? ¿Influyen en ellos los largos años de exilio?
--Los saharauis son personas
que por sus raíces y orígenes son sencillas, humildes y modestas en su
educación e idiosincrasia. Por lo general, la mayoría de ellos suele ser gente
muy respetuosa y generosa.
-¿Se adaptan cuando llegan
a Aragón o tienen problemas para habituarse a otra forma de vida?
--Con los que he podido
hablar, sí. Están contentos en esta comunidad. Pero también lo estaban en
Asturias, de donde he venido. No tienen excesivo problema para insertarse
laboralmente. Además, gracias a las asociaciones de amigos del pueblo saharaui,
adaptarse es más fácil. Se organizan actividades que ayudan a establecer lazos
de unión entre los que están lejos de casa.
--Uno de sus objetivos
principales es ayudar a los niños a venir a Aragón durante unas semanas.
--Es, probablemente, una de
las tareas más reconfortantes. Chicos de 7 a 12 años vienen durante un tiempo a
relacionarse con familias aragonesas. Aquí les llevan al médico, atienden
necesidades específicas, y eso es de agradecer. Conocen otra cultura y lo que
hay tras ella.
--¿Cuál es su objetivo para
el próximo año, ahora que está a punto de terminar este?
--Conseguir que la gente nos
ayude. El pueblo saharaui vive una auténtica situación de emergencia. Hay que
conseguir que la sociedad se vuelque con nosotros.