*Fuente: Radio Maizirat /
Traducción: Poemario por un Sahara Libre
10/12/12
Ver Video
Mi historia comienza cuando
tenía cuatro años, a raíz de la polio que padecí. Éramos un grupo de niños de
Dajla y El Aaiun y la metrópoli española nos trasladó del Sahara a Las Islas
Canarias, en especial a Tenerife. La entonces Sección Femenina en el Sahara fue
la que se encargó de nuestro caso. Allí en España estuvimos varios años, nos
hicieron algunas operaciones y luego nos trasladaron a San Juan de Dios en la
Península, un centro especializado en nuestro caso de polio. Estuve en ese
centro hasta que en 1974 volví al Sahara; no volví a regresar a España hasta
1981. En todo ese tiempo me encontré con el proceso que nacía en el Sahara y
todo lo que acontecía entonces, por lo que decidí quedarme en el territorio. En
ese tiempo descubrí que hay un momento en el que uno mismo ve cómo va perdiendo
su lengua hasania.
El grupo de chicos estuvimos
estudiando en una escuela religiosa, de religión cristiana, donde nos daban la
historia de la religión como nosotros aquí aprendemos la religión musulmana y
su historia. Y yo superaba en mi dominio a todo lo que nos daban de materia a
los otros españoles. El profesor preguntaba a los estudiantes si no les asombraba
que un estudiante musulmán les superaba en los conocimientos de su propia
religión. Me gustaba mucho la historia en todos sus ámbitos, me aprendía a
través de la Biblia la historia de todos los profetas y otras historias. Cuando
volví aquí, al Sahara, me encontré con otro mundo, veía todo cambiado, las
costumbres no eran las mismas, hasta pronunciar algunas palabras resultaba
chocante, por las reglas tradicionales. Hasta el extremo de que cuando alguien
visitaba nuestra casa, nos decían: vosotros iros a las otras habitaciones, y
con esto llegas al límite, incluso no a tener ganas de vivir.
Desde el 95 para acá mi vida
ha experimentado un radical vuelco, porque entes era una rutina. Y yo decía: “¿por
qué estoy así, por qué tengo el polio?”. Pero desde que empecé en esa
actividad, gracias a la ayuda de mis hermanos, mis amigos y familiares, he
podido encontrar trabajo para salir hacia delante. Tengo mi conciencia, tengo
mis cosas, he podido vencer a las dificultades, he podido encontrar trabajo, crear
una familia y tener hijos. Ahora en mi situación miro cómo ayudar a los demás.
Mi relación con la iglesia es de trabajo y compromiso y empecé a ayudar en lo
que sea, interpretar, traducir hasta que con el tiempo y la confianza se ha
afianzado esa confianza y me convertí en el coordinador de la iglesia de Dajla.
Sentí que aquel bien que me
han hecho de pequeño ahora yo quería devolverlo. Encontré algunos libros en los
que tratan mi caso y me definen como el cónsul de la iglesia saharaui. Con esto
no quiero decir que me he convertido en su religión, si no que velo por
conservar ese legado cultural religioso que nos han dejado y que debemos
proteger como un patrimonio cultural nuestro y para las futuras generaciones. Y
con esto queremos hacer llegar al mundo
nuestro verdadero rostro saharaui, y desmentir lo que se dice de nosotros. No
somos extremistas ni radicales en la religión, queremos conservar esta iglesia
y demostrarle al mundo que así somos.
Dios no hace diferencia entre
las tres religiones, para nosotros los musulmanes, cristianos y judíos. Y el
prójimo como a ti mismo, cualquier persona debemos tratarla como tratamos nosotros
mismos, y si así conseguimos estos dos pasos, todos nuestros problemas estarán
solucionados.