*Fuente: El lado oscuro de la luna Texto: José Manuel Taboada (@JmTaboadaFoto)
La estación perpetua es el nombre del
primer libro de Alfredo Piedrafita. El guitarrista de BARRICADA nos sorprende
con su lado más humano en esta colección de fotos y experiencias. El
polifacético artista viajó en 2013 hasta los campamentos de refugiados
saharauis de Tindouf (Argelia), para participar en distintas labores
humanitarias. Una de ellas tenía que ver con su pasión por la fotografía, ya
que entre sus tareas, figuraba retratar la dura vida de este pueblo exiliado,
intentando llamar la atención de la sociedad española sobre su olvidada
situación. A la vuelta, y consciente de la necesidad de recaudar fondos para
contribuir con su causa, Alfredo fraguó este libro con una doble finalidad:
concienciación y financiación. Todo el dinero recaudado con la venta del mismo
será íntegramente destinado a un proyecto en los campamentos saharauis.
La primera impresión con La Estación
Perpetua entre las manos es muy positiva. Su tamaño, su volumen, su composición
y la evocadora instantánea que figura en su portada invitan a una relajada
lectura. No podía ser de otra forma dado el carácter de las gentes que en él
encontramos. Tras un breve texto de introducción, en el que el propio músico
habla de sus vivencias en África, nos adentramos en el meollo de la cuestión.
Un sensacional amanecer o anochecer a doble
página, no me atrevo a decir cuál de los dos,
es la primera foto que visualizamos. En ella se puede apreciar el polvo
entre las tiendas del campamento, casi se siente el calor. Seguro que este
punto del día es uno de los que Alfredo recordará con más emoción. Uno u otro, alborada u ocaso, son idóneos
para dejarse llevar por los sentimientos, y ésta toma consigue arrastrar al
lector a ese terreno.
El viaje propuesto en La Estación Perpetua
consiste en un recorrido visual por el desconsuelo, la tristeza y las penurias
de este pueblo maltratado. Las técnicas empleadas por Piedrafita plasman a la
perfección los sentimientos anteriormente citados, pero a la vez representa su
humildad y sus ansias por recuperar su tierra. Los momentos vividos en los
hospitales y las instantáneas de mutilados encojen el corazón. El artista ha
sustraído parte del dolor a estas personas para incluirlo en sus fotos, que
transmiten dicho sufrimiento de manera excepcional. También hay espacio para la
risa, la diversión o la pasión de los niños. Un simple caramelo o una rueda de
camión bastan para que sus caras brillen de emoción.
Me
ha llamado mucho la atención el trato que Alfredo ha dado a las capturas
en blanco y negro. Antiguamente era muy sencillo, si tomabas fotos con un
carrete de dicha estructura tendrías imágenes monocromáticas. A día de hoy, con
las cámaras digitales, eso forma parte del pasado. Hay que elegir en que
momento eliminas el color, y sobre todo hay que tener un porqué. Él lo ha hecho
francamente bien, y las que han perdido su tonalidad inicial transmiten un
mayor dramatismo. En su mayor parte, intuyo que era lo que pretendía. Además, las texturas, muy ricas, mejor dicho,
apabullantes en todo el trabajo, ganan enteros con el blanco y negro. Hay una
excepción, una imagen en la que encontramos dos jóvenes en la que sus rostros
han sido suavizados y contrastan con la rugosidad de la pared.
En líneas generales no da la sensación de
que haya optado por manipular en exceso todas las fotos. Obviamente la mayoría
tendrán su proceso de optimización, pero no resultan para nada exageradas ni
recargadas. Lo importante es el contenido, no distraer con la fotografía en sí.
Otro logro del autor. A pesar de ello los colores reinan en todo el libro, su
brillo, su saturación y su fuerza son magníficos. Las prendas de las mujeres saharauis
son en buena medida las culpables de este hecho. En ellas se reflejan las ganas
de vivir y el optimismo de estas luchadoras. Como decía antes, las texturas en
paredes, ropas o arrugas están muy logradas, la nitidez de cada toma es
absoluta.
Como colofón en lo que a fotografía se
refiere, campo en el que el músico oscense se adentró en un viaja a Australia
en 2011, citaré las capturas nocturnas. Hay dos, pero destaca especialmente una
en la que encontramos un camión de vivos colores sobre un mar de estrellas
descomunal. Quien ha investigado en esta técnica sabe de su dificultad.
Prácticamente todas las fotos vienen
acompañadas de unas breves palabras descriptivas. En algunos casos se relata de
modo más extenso lo que vemos, contando las tradiciones y raíces culturales de
los saharauis. También hay varias poesías o párrafos de otros autores, José
Martínez Sevilla, Ana Martínez Murcia o el bellísimo texto de Bahia Mahmud Awah
que cierra el libro, complementan de forma brillante las instantáneas del
artista. Me quedo con la descripción hecha sobre la ceremonia del té, dan ganas
de salir corriendo para vivir en primera persona esa experiencia. Con ella,
Alfredo consigue hacer pensar al lector sobre el frenético ritmo de vida de la
sociedad occidental.
Definitivamente estamos ante un libro
redondo, para nada pretencioso ni grandilocuente, pero sí emocionante. El ex de
Barricada logra llevar al espectador al desierto argelino durante las 83
páginas de este bonito proyecto, haciendo reflexionar sobre nuestro estilo de
vida a quien lo lee. Una vía más de expresión para una persona inquieta que
demuestra un gran dominio de la fotografía, aunque esta obra es mucho más que
un puñado de fotos, es una llamada de atención y un grito para no olvidar.
*La fotografía del hombre saharaui se
incluye en el libro de Alfredo Piedrafita y él es el autor de la misma.
Ilustración: Andrés Miguel
*Fuente: A ras de cielo. Rocío Díaz
‘La estación perpetua’ ha sido el nombre
elegido por Alfredo Piedrafita para dar título a su libro de fotografías de su
viaje a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf que, además irán
acompañadas por pequeños textos acerca de su viaje. Este libro tiene un precio
de 12€ que irán destinados de manera íntegra para desarrollar proyectos en la
comunidad saharaui y se puede encargar desde
blog laminarra.blogspot.com.es.
El primero de los conciertos de
presentación del mismo se realizó el 25 de abril, con entrada gratuita, en la
Casa de Cultura María de Maeztu de Artika (Navarra) en el que interpretaron
temas en acústico Agnes, Iker y Alfredo y en el que estuvieron acompañados por
Aurora Beltrán, Kutxi Romero, Luisillo y Rubén de Vendetta, Juampa Aguirre y
Mike Aulló.
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