Madrid, 08/01/15 (VSOA).- Hace menos de dos
meses se anunció públicamente la conformación de la Asociación Profesional de
Abogados Saharauis en España (APASE). La entidad está presidida por Sidi Mohamed
Talebbuia, un joven de 28 años nacido en los campamentos de refugiados
saharauis y licenciado en Derecho por la Universidad Pablo de Olavide de
Sevilla. En esta entrevista exclusiva para Voz del Sahara Occidental en
Argentina, hablamos con él sobre los objetivos de APASE, algunos aspectos de su
historia personal, su experiencia como observador en juicios a presos políticos
saharauis en los territorios ocupados y en las cárceles marroquíes, el
secuestro de su hermano en Agadir (Marruecos) y distintos aspectos del presente
y el futuro de la cuestión saharaui.
En noviembre de 2014, APASE hizo pública
una nota de prensa en la que anunciaba su conformación. La entidad está
integrada por nueve miembros (hombres y mujeres), abogados colegiados que
ejercen su profesión en distintas zonas del Estado español, algunos de ellos en
estudios de otros abogados y otros en sus propias oficinas. Sidi Mohamed
Talebbuia -su presidente- es de los más jóvenes. Tiene 28 años y, como muchos
jóvenes saharauis, nació en los campamentos de refugiados.
¿Cómo surge la idea de asociarse?
La asociación surge por una necesidad que
teníamos por unanimidad todos los que la integramos. Desde hace años, cada uno
por su cuenta veníamos trabajando, ayudando en el ámbito legal a diferentes
asociaciones del movimiento solidario, a las Delegaciones del Frente Polisario
de nuestras correspondientes provincias y a la propia comunidad saharaui
residente aquí en España. Entonces, conforme hemos ido teniendo conocimiento de
la existencia de cada uno de nosotros (porque, claro, no somos de la misma
provincia ni comunidad autónoma y no sabíamos que había más compañeros
ejerciendo la abogacía aquí en España) surgió el interés por contactar entre
nosotros y, una vez que conseguimos hacerlo –que fue en abril de 2014- nos
planteamos la idea de constituirnos en asociación y empezar a trabajar como
organismo, como entidad independiente con un objetivo claro que es el de la
defensa de los derechos de nuestro pueblo, tanto aquí como en otros países.
La primera acción pública que realizaron
fue la carta al ministro Catalá. ¿Qué los motivó a hacerlo?
La carta que nosotros le enviamos al
ministro de Justicia, fue en referencia a unas declaraciones que él hizo en
Canarias respecto de las prospecciones petrolíferas que está haciendo Marruecos
en las costas del Sáhara, amparando o legitimando a Marruecos para que pueda
hacer eso y diciendo que tiene todo el derecho de hacerlo porque es su
territorio, por lo cual le recordamos que España sigue siendo potencia
administradora y que tiene obligaciones jurídicas: ya no hablamos de
obligaciones morales, históricas, políticas o de otro tipo, sino de
obligaciones legales por imperio del derecho internacional, por las que le
corresponde respetar ese territorio, defender su soberanía e independencia e
impedir que cualquier potencia extranjera pueda saquear lo que le pertenece a
ese pueblo. Si bien las declaraciones de ese ministro no tienen relevancia
[jurídica] internacional porque no es el ministro de Exteriores ni es el
Presidente del Gobierno, sí nos pareció ofensivo para nuestro pueblo. Por eso
le enviamos esa carta, para que proceda a rectificar sus dichos.
Antes de presidir APASE: Vacaciones en
Paz, la Biología y el Derecho…
Su historia infantil no difiere de la de muchos
niños y niñas nacidos en los campamentos de refugiados. Tal vez el dato
original sea el viraje vocacional que nos relata entre sonrisas y que argumenta
de modo irrefutable.
¿Qué nos podrías contar de tu vida
personal?
Nací en los campamentos de refugiados
saharauis. Estuve viniendo a España en el programa Vacaciones en Paz y, con
once años, me quedé aquí con mi familia de acogida por un problema médico que
tenía: debía seguir un tratamiento y, entonces, al mismo tiempo, me matriculé
en la escuela. Una vez que inicié los estudios, mi familia biológica consideró
que lo más adecuado era que me quedara en España a estudiar y a formarme. Así,
haciendo caso a mi padre y a mi madre (y también a la familia de acogida que no
tenía inconvenientes en hacerse cargo de mi mantenimiento y de todo lo que
fuera necesitando) me quedé en España, desde 1997 hasta ahora. Me crié en
Sevilla, de donde es la familia con la que estuve y con la que tengo muy buena
relación; al día de hoy estoy en Madrid.
¿Por qué elegiste Abogacía?
Lo cierto es que yo iba más por lo
científico que por las letras… De hecho, hice bachillerato en Ciencias de la
Salud, me prematriculé en Biología e iba a estudiar eso…
¡¿Y qué pasó?!
Me vino una inspiración de última hora.
Bueno… siempre tuve una inquietud por lo que es el Derecho y, además, siempre
fui una persona muy beligerante en la escuela y en el instituto a la hora de
enfrentarme con los profesores o de denunciar distintas injusticias: una
persona muy impulsiva y muy “lanzada” en ese sentido. Entonces, tenía mi tutora
en la ESO, que me decía siempre que iba para abogado. Al final, pues… no lo sé…
me vino en ese momento, también pensando en que era algo que necesitaba:
conocer los derechos y las normas para saber cómo poder defenderme yo y
defender a mi gente, porque siempre tuve presente esa circunstancia. Ten en
cuenta que cuando yo empecé a estudiar Derecho era 2006, recién iniciada la
segunda intifada en los territorios ocupados, veía las imágenes de muchos
golpes que recibía la gente en la calle y todo eso inquietaba… entonces
pensaba: ¿cómo puedo ayudar?, ¿qué puedo hacer? Vi que la salida más idónea y
más próxima era esa necesidad que tenía en aquel momento y que sigo conservando:
asistir a estas personas y hacer algo por mi gente.
Los territorios ocupados, su familia, su
rol de observador en juicios y el secuestro de su hermano
Cuando Sidi Mohamed Talebbuia habla de los
territorios ocupados, el tono de su voz se torna agridulce. Deja casi de lado
la locuacidad que venía manteniendo en forma sostenida durante la conversación
y hace más pausas, respira hondo, como si seleccionara cada palabra con
precisión de artesano.
¿Tenés familia en los territorios ocupados?
Como cualquier saharaui… sabes que en 1975
quedamos divididos en dos: los que se quedaron en los territorios ocupados y
los que se fueron a las zonas liberadas y a los campamentos. Sí, en los
territorios ocupados tengo familia paterna y materna. Primos de mi padre y de
mi madre con los que mantenemos siempre esa relación: ya sabes que para los
saharauis la familia implica un vínculo muy estrecho, aunque sea de segundo o
tercer grado y que parezca lejano, siempre es familia.
Recuerdo que en agosto de 2014, tu
hermano Mulay Hassan Talebbuia fue secuestrado cuando regresaba a El Aaiún
ocupada, después de haberte ido a visitar a Agadir. ¿Cómo fue ese caso?
Él fue a las zonas ocupadas de visita (es
de los campamentos, como yo); consiguió entrar a través de Mauritania y pudo
pasar aproximadamente un mes y medio con nuestros tíos. Coincidió con eso que
yo fui a Agadir porque había dos juicios contra periodistas saharauis y acudí
como observador internacional de derechos humanos con el Observatorio de Derechos
Humanos de Badajoz donde coordinaba un proyecto. Con motivo de eso, mi hermano
fue a verme al enterarse de que yo estaba ahí. Al vernos juntos, relacionaron
los nombres de cada uno. De hecho todo el tiempo estuvo desaparecido –porque,
aunque fue temporal, fue una desaparición en toda regla ya que no tuvimos
constancia de dónde se encontraba ni del motivo por el cual lo detuvieron, al
menos oficialmente-, esperaron a que yo salga de Marruecos para detenerlo. Lo
hicieron como medida de presión hacia mí por el trabajo que vengo realizando y
como forma de amenazar, de intentar intimidar para que no continúe. Mi hermano
me confirmó que todo el tiempo que estuvo retenido, todas las preguntas del
interrogatorio iban encaminadas a preguntar qué es lo que hacía yo, por qué lo
hacía, dónde me encontraba, etc.
¿Cómo fue tu experiencia como observador
en el caso del juicio a los periodistas?
Las autoridades de ocupación marroquí
siempre intentan mostrar una imagen distinta, amable… porque, en ese caso, iba
acompañado de compañeras españolas. Pero rápidamente se delatan a sí mismos
porque realmente cuando llegamos nos engañan: nos dicen que el juicio es a tal
hora y al final no lo es, nos hacen esperar muchísimo hasta que llegan a
atender al detenido. Incluso, en este último juicio al que fuimos, nos dijeron
que el mismo se celebraba el 6 de agosto y lo que hicieron fue realizarlo el 5,
un día antes, para que no pudiéramos estar presentes. En otras ocasiones lo que
hacen es atrasarlo, esperan a que nos vayamos… Entonces, juegan siempre con el
tiempo y sabiendo que no podemos sufragar tanto gasto por estar ahí tanto
tiempo o por estar yendo y viniendo. Juegan con eso y aprovechan el momento o
bien cuando nos vamos o bien engañándonos con las fechas. A parte de la cantidad
de mentiras con las que nos vienen e intentan mostrarnos esa cara amable se
contradicen porque, por ejemplo, al llegar al aeropuerto son muy agresivos,
ariscos… se muestran descontentos, preguntan por qué venimos, nos acusan de
Polisarios… Esa acusación de Polisario a mí me da igual, porque lo soy: no es
algo de lo que me avergüence ni mucho menos, ¿no? Pero llegan diciendo “Venís
enviado por el Polisario”… No, yo no vengo enviado por el Polisario sino como
observador internacional acreditado por el Consejo General de la Abogacía
Española, como profesional, a ver qué es lo que ocurre aquí y trasladar eso a
un informe jurídico que tengo que elevar a nivel internacional. No vengo con un
fin político, aunque en mi vida particular desarrolle una actividad de índole
política o lo que fuera. Para el caso particular de lo que es una observación
internacional de derechos humanos es tan sencillo como ir, ver y trasladar a un
informe.
¿Cómo fue la primera vez que llegaste a
El Aaiún?
Intentaron hacerme un interrogatorio
preguntando por el nombre de mi madre, por la tribu a la que pertenecía…
muchísimas preguntas innecesarias para incomodar u obtener información que no
les correspondía tener y que no obtuvieron, porque no tenía yo obligación de
respondérselas y, evidentemente, no se las respondí. Después de una hora
retenidos en el aeropuerto conseguimos pasar. Pero siempre tenemos que
atravesar esa fase de estar ahí el tiempo que ellos quieran hasta que te dejan
pasar. Siempre nos ponen muchísimas trabas para poder acceder.
La cuestión saharaui en el escenario
internacional: ONU, Marruecos, España, el pueblo saharaui, la juventud… y el
infaltable mensaje para nuestra América Latina y Caribeña
Tanto desde ámbitos oficiales saharauis
como desde otras áreas, se escucha en reiteradas oportunidades que este año que
acaba de comenzar será clave. Se albergan esperanzas en la reunión de abril del
Consejo de Seguridad, se dice que Marruecos está internacionalmente en un
momento difícil, se sigue hablando de la posibilidad de tomar las armas… Esto
es lo que opina Sidi sobre los temas planteados.
¿Cómo ves 2015 en relación con el
contencioso saharaui?
Lo veo como un año de esperanza y con razón
para tenerla. Viendo la coyuntura en la que nos encontramos: el aislamiento que
tiene Marruecos, el último discurso del rey marroquí por el aniversario de la
marcha negra… esa agresividad e intransigencia que muestra es propia de alguien
que se encuentra acorralado, que no tiene manera de dar resolución a un tema
que le resulta espinoso y que se le escapa de las manos. De hecho, da
pinceladas de cuestiones que quizás se le hayan planteado desde Naciones
Unidas, como es el caso de Timor Oriental, que puede servir como un ejemplo de
vía de solución, un precedente aplicable que implique una administración
temporal de Naciones Unidas y convocar al referéndum. En este 2015 se cumplen
40 años de la Unidad Nacional Saharaui, de la ocupación del territorio, del
abandono de España y de tantas cosas [a lo que esta periodista agrega el 45º
aniversario del Levantamiento de Zemla]… son muchísimas fechas juntas y es un
año muy emotivo para el pueblo saharaui. A esto se suman las recientes
manifestaciones por parte de la Unión Africana, el posicionamiento que están
adoptando todos los países africanos en ese sentido (también países
iberoamericanos y hasta europeos, como los escandinavos), las malas relaciones
que tiene Marruecos con Francia, la reciente postura de los Estados Unidos más
próxima a Argelia, que para Marruecos es un latigazo… Todos estos indicios
llevan a pensar que la situación, lo que es la causa, va encaminada a una
resolución pronta. Asimismo, por parte de Marruecos, se ha anunciado una visita
del rey a Rusia que no se ha dado y que Rusia no aceptó o, al menos,
oficialmente no se ha mostrado proclive a ese acercamiento. Todos esos detalles
hacen creer que tiene que haber un cambio y, además, próximo.
En el caso de que este cambio no se dé,
¿cuál es tu opinión sobre la posibilidad de tomar las armas?
En cuanto a mi postura sobre la vía de
solución, yo creo que es la pacífica. En el caso de que en este año no nos den
una solución, no consigamos una salida, sí que veo que será necesaria la vuelta
a la vía armada, que legítimamente nos corresponde. No es la vía que más me
gusta ni creo que sea la que a ningún saharaui más le satisfaga pero creo que
en el caso de que en este año no consigamos ninguna respuesta y que se haga
otra vez una renovación de la MINURSO sin derechos humanos, sin ningún atisbo
de solución, tenemos que forzar a que se nos dé la solución. Y una manera de
forzar es recuperar lo que legítimamente nos corresponde por la vía de la
fuerza, ya que el derecho internacional nos legitima para ello. Además, en caso
de iniciarse un conflicto armado, sí que podría también dar pie al Consejo de
Seguridad a cambiar al Capítulo VII de la Carta que lleva a forzar una
solución. O sea, ya no es la vía negociada sino la de la imposición. Y aquí lo
que hace falta es que ya se le imponga a Marruecos la solución legalmente
preestablecida y aceptada por las dos partes en el conflicto.
Varios jóvenes coinciden en que hoy la
juventud saharaui está muy formada en distintas áreas. ¿De qué manera creés que
esto influirá en un futuro Estado saharaui completamente libre?
Por suerte para nosotros, para nuestra
generación y nuestro pueblo, nuestro gobierno se ha posicionado siempre en pro
de facilitar la educación y de que la gente se forme y se creen buenos cuadros.
Esto ha llevado a que, a día de hoy, nos encontremos con muchísima gente bien
formada en diferentes Universidades, rodeada por distintas culturas: estar cada
uno en un país o en una región diferente nos enriquece muchísimo ya no
solamente a nivel de educación sino también en lo cultural y emocional. Eso
hace que, en un futuro, cuando la República Saharaui se convierta en un Estado
internacionalmente reconocido, podamos convertirnos en una nación de referencia
desde el punto de vista de la tolerancia y de la cultura, porque tantas
ideologías juntas siempre van a dar lugar a la diversidad, a ser un país
cosmopolita. Aunque seamos todos del mismo origen, hemos absorbido elementos de
culturas distintas, entonces, se va a formar allí un corolario de pensamientos
y de ideas que da pie a una democracia plena, a gente comprometida y luchadora…
Y eso es lo que se está viendo hoy: esa juventud que ansía su independencia y
su democracia y que enfoca todo su esfuerzo en la lucha por la libertad de su
pueblo. Lo que puedes ver actualmente es eso, vas a los campamentos y percibes
la desesperación de los chavales por la situación en la que se encuentran
porque están formados y quieren una salida, explotar sus propios recursos… y te
dicen que si no conseguimos una vía pacífica volveremos a las armas y nos da
igual morir en el intento. Si vas a los territorios ocupados ves que la gente
sale todos los días a la calle a pesar de los golpes, las amenazas y los
secuestros, porque quieren realmente defender sus derechos. Y si te vas a la
diáspora (España, Francia o cualquier otra región donde se encuentran
saharauis) encuentras que la juventud está también formada y siempre con ese
trasfondo de protesta, de lucha, de querer que se haga justicia para nuestro
pueblo.
¿Cuál es tu evaluación de las protestas
y daños que se registraron en los campamentos de refugiados hace algunos meses?
Para empezar, me alegra que en mi país, la
República Saharaui, la gente pueda manifestarse pacíficamente sin ningún tipo
de represalia. Eso es lo primero y me alegra muchísimo. Me molesta, sí, que
haya personas que sean dementes a la hora de manifestarse y que, en lugar de
hacer su manifestación -porque está en todo su derecho-, quieran provocar algo
más, quieran incendiar o destruir incluso los bienes del pueblo saharaui. Por
otra parte, lo cierto es que hay “inyecciones” de gente enviada por Marruecos…
el gobierno no puede expulsar a ningún saharaui de los campamentos porque tiene
tanto derecho a estar ahí como cualquier otro sea o no sea pro independencia. Y
nos encontramos con eso: tenemos a la mayor parte de la población que quiere la
independencia y defender sus derechos legítimos y tenemos a una pequeña parte
(muy pequeña, porque se puede ver perfectamente que es nada) que está siendo
pagada, financiada por Marruecos y que intenta desestabilizar. No lo han
conseguido en cuarenta años y no lo van a conseguir ahora. El último ejemplo al
que yo asistí porque estaba presente fue en abril de 2014, cuando aparecieron
unas banderas marroquíes esparcidas por el campamento de El Aaiún; la reacción
fue que todo el mundo puso la bandera de la República Saharaui en su jaima,
cosa que antes no se veía porque la gente no consideraba que fuera necesario.
La respuesta fue automática: cada uno poniendo su bandera ahí. Y eso ocurrió sin
ningún tipo de violencia ni de encontronazos. Nosotros somos gente de paz, no
somos de reprimir los pensamientos o las ideas de otros, por muy negativas y
perjudiciales que puedan ser para nosotros. Lo que he estado viendo es que
están queriendo sacarnos de quicio o mostrar una realidad que no tiene ningún
tipo de valor (cuantitativamente hablando) de personas que se muestran reacias
o contrarias a la independencia del pueblo saharaui. Ahora bien, aunque
aparecieran veinte mil personas manifestándose y diciendo que no están a favor
de la independencia, aun así, hasta que no se celebre un referéndum de
autodeterminación, todo eso huelga, a efectos jurídicos no tiene valor ninguno.
La única manera de que este conflicto se resuelva según el derecho internacional,
es que se celebre un referéndum en el que el pueblo saharaui decida si quiere
ser marroquí, independiente u otra cosa… pero que se le pregunte. Hasta que el
pueblo saharaui no decida en un referéndum libre, independiente e imparcial
sobre su futuro, por más que se manifiesten marroquíes vestidos de saharauis
(que también ha pasado), por más que Marruecos pague a saharauis para que vayan
a armar trifulcas en los campamentos o que hagan todas las tretas que se le
ocurran, no va a cambiar ese derecho. Ese derecho está ahí, nos corresponde, es
legítimo, es nuestro y no nos lo puede quitar nadie.
¿Qué opinás del rol que está jugando hoy
España en la cuestión saharaui?
En los últimos años, España (tal vez porque
no tenía, como sí tiene ahora, el compromiso de ser miembro no permanente del
Consejo de Seguridad) ha mostrado una actitud muy ambigua y, en ocasiones,
directamente a favor de Marruecos. El último precedente que hay de España en el
Consejo de Seguridad fue en la época de Aznar [José María], en 2002 y, la
verdad, es que la experiencia no fue negativa. De hecho, la postura de España
en contra de que se impusiera la autonomía -el Plan Baker I- fue loable por
parte de aquel gobierno. No sé si este gobierno continuará con la misma
doctrina de obligar a que se respete el derecho internacional y no que se nos
imponga la salida que Marruecos quiere.
¿No estás siendo demasiado optimista?
Digo que espero que siga en esa trayectoria
(risas). Lo que sí hemos estado viendo es que la política internacional que ha
seguido este gobierno de Rajoy no difiere mucho de la que siguió el gobierno de
Zapatero [José Luis Rodríguez], que es la de la sumisión al chantaje marroquí.
Aunque las últimas declaraciones del ministro de Exteriores español en el
Senado se refirieron al respeto al derecho inalienable del pueblo saharaui a la
independencia… Siempre en esa postura tan ambigua. No sé si España se ha dado
cuenta de que Marruecos ya está aislado internacionalmente. En lo relativo a
África, que si a España le interesa -y es cierto que le interesa muchísimo- a
nivel de política exterior llevarse bien con el continente y tener una buena
relación con los países africanos (sobre todo con Argelia, Mauritania,
Sudáfrica o los países del Golfo de Guinea), debe medir mucho, mucho, sus
declaraciones con respecto a la cuestión del Sáhara, porque todos los países de
la Unión Africana exigen el cese de la ocupación ilegal de Marruecos en el
territorio del Sáhara Occidental.
Finalmente, lo que le pido a todos los
entrevistados: su mensaje para América Latina y Caribeña y, en especial, para
la Argentina…
Me gustaría mandar un mensaje a América
Latina en general y al pueblo latinoamericano en particular: expresarles mi más
profunda gratitud por su posicionamiento con respecto a la cuestión del pueblo
saharaui, la defensa de los derechos humanos, el respeto al derecho
internacional y a los legítimos derechos que son propios del pueblo saharaui; y
agradecer su hermanamiento, porque compartimos una lengua común que es el
castellano, tenemos una cultura muy parecida y un mismo anhelo, que es el que
ellos tuvieron en su momento: la independencia de su metrópoli, que era España
y que es el que nosotros hoy tenemos, que también tiene mucho que ver con
España, porque también somos colonia. Y con respecto a la Argentina, sí que me
gustaría que el pueblo argentino tuviera un poquito más de conocimiento de lo
que es la cuestión del pueblo saharaui; que supieran que en África hay una
colonia -al igual que ellos fueron en su momento- de España, que es de
africanos, de árabes y que también hablan el español. Y al gobierno argentino,
recordarle que por encima de los negocios que pueda tener con Marruecos, por
encima de la canallada que pueda tener con el régimen marroquí, debe hacer
prevalecer su obligación legal de impedir cualquier tipo de violación del
derecho internacional.
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