LOS SEIS REGIMIENTOS CON LOS QUE CUENTAN LOS SAHARAUIS EN LOS TERRITORIOS LIBERADOS SE ENCUENTRAN ACANTONADOS FRENTE AL MURO Y PREPARADOS PARA HACER FRENTE A CUALQUIER AGRESIÓN DEL EJÉRCITO MARROQUÍ
DEIA IÑAKI MENDIZABAL Y ZIGOR ALKORTA (ENVIADOS ESPECIALES AL SAHARA) - Sábado, 11 de Diciembre de 2010 -
TINDUF. LA constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia, fama, honor y vida son caudal de pobres soldados, que en buena o mala fortuna la milicia no es más que una religión de hombres honrados". La frase tiñe una de las paredes del refugio militar que el 2º Regimiento saharaui ha instalado en la retaguardia, en Tifariti, a unos 400 kilómetros de los campamentos de refugiados de Tinduf, y resume la filosofía del ejército de liberación del Frente Polisario: humildad y pragmatismo. Es decir, saben de sus limitaciones pero aprovechan al máximo sus ventajas.
Tifariti fue un lugar muy disputado durante la guerra del Sahara (1975-1991). El Polisario tuvo que emplearse a fondo en un terreno reseco y pedregoso, salpicado de una vegetación áspera y rapada, donde los montículos son pieza codiciada de radares y puestos de mando. Los saharauis perdieron Tifariti dos veces, y la recuperaron en otras tantas ocasiones, hasta que los marroquíes decidieron retirarse al Muro, que se encuentra a unos 80 kilómetros de esta posición clave.
Tifariti está situada dentro del perímetro de la 2º Región militar. El ejército del RASD (República Árabe Saharaui Democrática) cuenta con siete regiones militares y otros tantos regimientos; seis están acantonados frente al Muro marroquí y uno permanece en la reserva, apostado en Argelia, en los campamentos de refugiados. El frente, la primera línea del ejército del Polisario en esa zona, está a unos veinte kilómetros del refugio, y ofrece mejores condiciones para la guerra de guerrillas: el paisaje es desigual, con grandes extensiones de tierra interrumpidas por bancos de arena donde abunda la vegetación. El mapa se completa con pequeños promontorios de pizarra o peñascos lisos y negros, pelados por el siroco del Sahara. "La 2ª base, que está afincada aquí, es primordial, es la columna vertebral de todo el ejército saharaui", explica Mohamed Alal, segundo jefe del Estado Mayor de la 2ª Región militar.
AÑOS DIFÍCILES El historial de Alal se asemeja al de casi todos los hombres saharauis de su edad: vivía en el Sahara Occidental (ahora son territorios ocupados) y la guerra le sorprendió muy joven. Se alistó en el Ejército del Frente Polisario y combatió a los marroquíes durante 16 años. Perdió a muchos amigos y le hirieron varias veces. Una de las heridas es visible: le falta el dedo meñique de la mano derecha. Otras heridas, más profundas, asoman sólo cuando relata acontecimientos de aquellos años implacables: "No encontrarás un solo saharaui que te hable bien de la guerra, porque fueron años difíciles, de bombardeos indiscriminados contra la población, años donde luchamos con muchas desventajas y con pocas armas. Pero de aquella dura experiencia aprendimos mucho".
Aunque la amenaza de un conflicto es constante en los territorios liberados, con los acontecimientos de las últimas fechas la situación se ha vuelto extremadamente tensa. Así lo entiende Alal, que define la situación actual como "muy grave", argumentando que "la comunidad internacional no puede permitir que nuestros hermanos del Sahara Occidental sean masacrados, sean arrinconados y humillados de la manera que lo están siendo; ni siquiera son tratados como ciudadanos de Marruecos". El militar habla de forma medida, sin aspavientos, y lo hace con suavidad, como si las palabras las dijera para sí. Son pensamientos mascullados, ristras de susurros con mucho contenido. "No sé durante cuánto tiempo vamos a aguantar esto, pero el ejército del Frente Polisario está preparado para entrar en guerra cuando haga falta. No queremos la guerra, el saharaui es una persona pacífica, pero de alguna manera nos están obligando a tomar un camino que no queremos tomar, el de las armas". Y advierte: "No tenemos ningún miedo a tomarlas, pero estamos esperando a que las gestiones que hace nuestro Gobierno obtengan resultados. Ellos han analizado bien la situación y todos sabemos que Marruecos está esperando que nosotros ataquemos primero, para ponerlo como excusa, pero a nosotros no nos hacen falta más pretextos, tenemos suficientes para ir a la guerra, lo que pasa es que no queremos, sólo lo haremos como último recurso".
Alal califica el momento actual como "de alarma, de emergencia", y compara este escenario con otros vividos anteriormente. "En el 2000 hubo otra situación de alarma total, y ahora la cosa está parecida, puesto que el último discurso del rey de Marruecos ha sido amenazante y puede llevarle a hacer cualquier barbaridad. Esto nos obliga a tomar muchas medidas ante cualquier eventualidad que pueda surgir". El militar piensa que Mohamed VI "sería un aventurero, un suicida, si intentara atacar a los saharauis, porque tanto el ejército como la población marroquí no quieren ir a la guerra, pero siempre se puede esperar esa locura. Nosotros estaremos preparados", advierte.
Los mandos militares se encuentran atrapados entre la voluntad popular y la política del Gobierno saharaui, que opta por la ponderación. "Es una situación muy difícil para nosotros", reconoce Alal. "La gente está mucho más motivada que hace años y el proceso de paz está siendo una patraña. Y después de la masacre del 8 de noviembre la gente no asimila esta situación. Aquí casi todos tienen algún familiar allí, y el sufrimiento de los familiares se les hace insoportable. Además, el mundo no hace nada, y los marroquíes no han tenido la cortesía de tratarles como ciudadanos de Marruecos, ni siquiera eso. Salieron de la ciudad de El Aaiún para no molestar y les masacraron".
La juventud, harta de la ineficacia de la ONU y cansada de esperar, pide armas y reclama la guerra: "Toda la población está motivada porque esta es su tierra, no tiene otra, no tiene más alternativas. Nosotros estamos teniendo serios problemas para contener el ímpetu de los jóvenes, que quieren paz o guerra, pero no soportan esta situación. Es normal, en el frente tenemos muchos jóvenes que están hipotecando su futuro, jóvenes que tienen carreras y licenciaturas y que no saben lo que será de su futuro". Los propios militares tampoco parecen estar cómodos en esta especie de limbo: "Los altos mandos pedimos lo mismo que el pueblo: paz o guerra. Esta situación no la soportaremos de forma indefinida, y estamos preparados para lo peor", opina el oficial, aunque sus palabras, curiosamente, no suenan a amenaza.
UN EJÉRCITO A MEDIDA Refiriéndose al ejército saharaui, "preparado" puede resultar una palabra engañosa, que conduce, además, a una paradoja: no es una tropa numerosa, pero son conscientes de sus debilidades y de sus ventajas, y las aprovechan al máximo.
El ejército del Polisario no cuenta con un gran volumen de armamento y tampoco es dado a las concentraciones ostentosas. No hay soldados profesionales, no se obliga a nadie a enrolarse (tienen opción de entrar en una escuela de instrucción a los 19 años), y la disciplina militar es más permisiva que en un ejército clásico. Todo eso minimiza problemas habituales en otro tipo de formaciones (ejércitos profesionales o de reclutas), como son las deserciones y los suicidios. "Aquí no hacen falta psicólogos, porque nosotros luchamos para liberar a nuestros hermanos de Sahara Occidental, luchamos por nuestra tierra, y esa es una razón poderosa. Nosotros no vamos obligados, nos prestamos voluntarios porque todo saharaui daría su vida por recuperar su tierra. Es una de nuestras grandes ventajas, porque sabemos de buenas fuentes que en el ejército marroquí los reclutas van obligados al Muro y a otros les pagan muy bien por estar allí. Por eso decimos siempre que dos soldados saharauis equivalen a cien marroquíes; no es una fanfarronada, es una realidad que se demostró durante 16 años de guerra", explica el propio Alal.
Un regimiento saharaui (llamarlo división sería excesivo, aunque está organizado como tal) se compone de unos 3.000 hombres, divididos en varios batallones: dos batallones motorizados (blindados), uno ligero, un grupo de artillería, un grupo antiaéreo y una unidad de logística, además de las diferentes direcciones que componen el Estado Mayor de la propia Región militar. El Frente Polisario tiene siete regimientos como éste. A priori no parece un ejército poderoso, pero esta apreciación puede inducir a error al más preciado de los analistas militares. Las palabras de Mohamed Alal son elocuentes en cuanto a este aspecto: "Nosotros no vamos a hacer frente al ejército marroquí de forma convencional. Nuestra estrategia es de desgaste, de guerrilla, de atacar de forma constante y de retirarnos o dispersarnos. Somos conscientes de que no podemos hacer mucho más, pero para nosotros es la estrategia ideal. No contemplamos otros escenarios de guerra. Somos prácticos en este aspecto y no podemos medirnos con un ejército como el de Marruecos, que nos supera en todo, pero ya demostramos durante 16 años que la cantidad no gana una guerra, hacen falta otros condicionantes".
Sin aviación y sin una gran flota de blindados, los saharauis se atreven a desafiar al ejército alauita: "Los aviones son más un elemento intimidatorio que otra cosa. Les sirve para levantar la moral a los soldados marroquíes, pero el nuestro, al ser un ejército muy pequeño, no es un blanco fácil para los aviones. Tampoco tenemos grandes emplazamientos ni construcciones. Y además, disponemos de armas para derribarlos. ¡Y un avión es muy caro!". Razonamiento inquietante que sin embargo pusieron en práctica en los años ochenta, obteniendo buenos resultados y obligando al ejército marroquí a escudarse tras un muro que ahora alcanza los 2.700 kilómetros de largo.
La voz atemperada del militar desgrana las estrategias y los objetivos que alcanzaron en la anterior guerra, planteamientos que mantienen inalterables: "Nuestro objetivo es causar grandes pérdidas al Gobierno marroquí. En los ochenta conducíamos más de cien ataques todas las noches; ellos nos respondían pero no podían mantener ese gasto de munición. Disparaban a todo, estaban esquizofrénicos, disparaban contra coches, contra animales, se mataban entre sí… Y al final se cansaron de disparar y la gente se acercaba hasta las lindes del Muro; había saharauis nómadas que escuchaban hablar a los marroquíes soldados en el Muro"
ENTERRADO SIN AUTOPSIA Por otro lado, el ciudadano saharaui con nacionalidad española Babi Hamday Buyema, que perdió la vida el pasado mes de noviembre en los incidentes de El Aaiún, era enterrado en la noche de este jueves, "sin haberle practicado la autopsia", tal y como reclamó su hermano Lehmad.
Lehmad Hamday Buyema, residente en la localidad alicantina de Mutxamel, mostró ayer su "indignación" tras conocer que las autoridades marroquíes consiguieron el permiso de la esposa de su hermano -de nacionalidad marroquí e hija de un policía de ese país- para enterrarlo, aunque cree que pudo ser "presionada". De este modo, en la noche del jueves acudieron a la morgue de El Aaiún y se llevaron el cuerpo para enterrarlo en el cementerio de Jatrahma, a las afueras de la ciudad. En el enterramiento no estuvo presente la viuda, que conforme a la tradición debe permanecer unos cuatro meses y medio confinada en el domicilio familiar.
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