Coincidiendo con el 38º
aniversario de la Constitución de la República Saharaui (RASD), estado miembro
de la Unión Africana y único estado árabe que fue colonia española, acaba de
salir a la luz el documento del Instituto Elcano sobre la 'Renovación
estratégica de la política exterior de España'. No es el fruto de un grupo de
expertos y nada más. La presencia del Ministro de Asuntos Exteriores en su
presentación es un indicio racional sobre la implicación del Gobierno en su
elaboración, mensaje, propuestas y conclusiones.
La deriva hacia lo
bochornoso que caracteriza la posición de nuestro país sobre el tema del Sáhara
Occidental viene consagrada en este documento. Una deriva que fue, hay que
decirlo, iniciada durante el Gobierno de Zapatero. La opinión pública recuerda
que nos llevó a extremos poco brillantes y nada decentes como el episodio de
Aminatu Haidar en el aeropuerto de Lanzarote. Y la posición oficial del
Gobierno de Zapatero defendiendo a Marruecos contra el pueblo saharaui (declaraciones
de Trinidad Jiménez, ministra de Exteriores, diciendo que España no es la
potencia administradora del Sáhara Occidental, y de Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro
del Interior, ratificando como única verdad la versión oficial marroquí sobre
la criticada, criminal e inhumana forma del desmantelamiento del pacifico
campamento de Gdeim Izik).
Contra todas las
expectativas existentes en el momento preelectoral, el Gobierno actual del PP
ha ido más lejos en esa deriva, como lo refleja el documento de Elcano, hoy por
hoy nuestro más prestigioso 'think tank' y que, al prestarse a ello, nos
muestra más su lado 'tank' que su pretensión de 'think'. No me sorprende la
deriva, en la que al parecer no hay punto de retorno. En el proceso de
elaboración del fatídico documento, no nos consta que el Polisario fuera
invitado a exponer su punto de vista, ni tampoco la sociedad civil, donde
existen muchísimos expertos en la materia que podrían ayudar en el logro de una
posición más coherente.
El argumento que se
exhibe ante el mundo, ante la victima saharaui y ante la opinión pública a
través de este documento no hace sino agravar la responsabilidad que le incumbe
a España en la tragedia del Sáhara Occidental, porque nos parece que sostener, como
hace el documento, que el hecho de que se trate de "un estado nuevo
habitado por solo unos centenares de miles de habitantes no homogéneos y
algunos proclives a la radicalización" es motivo suficiente para excluir
su derecho a la independencia es un argumento poco serio. No tiene base moral, política
o legal convincentes. Aplicado como referencia en las relaciones
internacionales podría fácilmente conducir a la conclusión de que más de dos
tercios de los miembros actuales de la ONU, con los que España mantiene
suculentas relaciones, deberían ser sacrificados y entregados como provincias
autónomas a un país vecino, el cual, si exhibe apetitos territoriales, estaría
bien emplazado para adueñarse del botín. ¿Debemos sacrificar Ucrania, Mali, Venezuela,
Costa de Marfil, Nigeria, Libia, Egipto, Siria, Bahréin, Iran,Tailandia, China
o incluso nuestro propio país al mejor postor porque “parte de sus habitantes
son proclives a la radicalización? Y si aplicásemos las sugerencias e
insinuaciones de este documento sobre lo que puede o no ser un país por su
densidad de población o sus riquezas naturales, eliminaríamos entonces del
mapamundi países como Australia, Canadá, Mongolia, Mauritania, Dinamarca…
Es lamentable y hiere
profundamente a todo ciudadano de este país que se nos presente como 'amiguetes'
sin apelación, para todos los tiempos, de un país con débiles credenciales
democráticas (prueba de ello el reciente conflicto diplomático con Francia, su
principal aliado, por la persecución de un alto funcionario marroquí por la
justicia francesa), que sigue ocupando ilegalmente un territorio que no le
pertenece, violando en él los derechos humanos y saqueando los recursos
naturales del pueblo que oprime. Esto lo sabe nuestro Gobierno y lo saben los
expertos que trabajaron en el documento de Elcano sin siquiera recurrir al
decoro de preguntar a la victima de tanto atropello.
Finalmente, hay que
recordar que las actuales grandes potencias y verdaderas protagonistas en la
escena internacional lo son porque a lo largo de su historia trazaron una
política exterior estratégica en defensa de sus excolonias, ampliando así su
hegemonía y presencia en el mundo, y no lo contrario, precisamente lo que
sugiere el Instituto Elcano para España.
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