EFE 18 MAY 2016
El Gobierno de Marruecos ha abierto un
nuevo frente con Estados Unidos, tras publicar ayer un comunicado de tono muy
duro contra el Departamento de Estado, al que tildó de "profundamente
anti-marroquí", cuando no ha cerrado todavía su crisis con el Secretario
General de la ONU, Ban Ki-moon.
En sólo un año Marruecos se ha enfrentado a
la Unión Europea, congelando durante meses sus contactos por un fallo del
Tribunal de Justicia Europeo sobre el Sáhara Occidental; posteriormente con Ban
Ki-moon, acusado de "insultar al Gobierno y al pueblo marroquí" por
referirse a la "ocupación" marroquí del Sáhara, además de otros
gestos considerados inamistosos.
Ahora le ha tocado a uno de los aliados
tradicionales de Marruecos, como es Estados Unidos: a Rabat le ha disgustado el
tono del informe que el Departamento de Estado publica cada año sobre los
derechos humanos en distintos países del mundo, donde se enumeran abundantes
críticas a la situación en el país magrebí.
El gobierno marroquí, mediante un
comunicado del ministerio del Interior, calificó ayer el informe de
"verdaderamente escandaloso", aunque nadie sabe por qué Marruecos
tardó más de un mes en comentarlo, cuando se hizo público el 13 de abril.
"Hay una suerte de frustración de
Marruecos con sus aliados, incluso un sentimiento de sentirse traicionado",
apuntó a Efe el politólogo Mohamed Madani, para quien no cabe duda de que el
enfado con Estados Unidos tiene que ver en el fondo con la cuestión del Sáhara
y la reciente actitud de Washington en el Consejo de Seguridad.
En la última votación para renovar el
mandato de la misión de la ONU en el Sáhara (Minurso), Estados Unidos presentó
un borrador de resolución que Rabat consideró hostil porque trataba de
"presionar y debilitar" la postura de Marruecos, y que finalmente fue
limado en su versión definitiva para eliminar las críticas al país magrebí
gracias a la intervención de otros aliados, principalmente Francia.
En la cuestión del Sáhara, Estados Unidos
ya demostró en 2013 que tenía su criterio y no coincidía con el marroquí:
intentó dotar a la Minurso de competencias en la vigilancia de los derechos
humanos en el Sáhara, pero su proyecto no salió adelante tras una intensa
campaña diplomática de Marruecos.
"El objetivo último de Marruecos es el
Sáhara, una cuestión existencial para Marruecos y la supervivencia del régimen
-considera Madani-, y esto es aplicable también para Argelia", dice en
alusión a la rivalidad entre los dos vecinos magrebíes precisamente por el
problema del Sáhara.
A Marruecos le ha incomodado desde su
nombramiento en 2013 la presencia de John Kerry al frente del Departamento de
Estado, y los medios marroquíes no han dejado de señalarlo como un simpatizante
de las tesis saharauis.
Madani recuerda además que en este momento
histórico Rabat comparte con las monarquías árabes del Golfo Pérsico el
descontento con la política estadounidense, que no "cuida"
suficientemente a aliados que siempre le han sido fieles y no los defiende ante
sus adversarios regionales.
El pasado abril, el rey Mohamed VI se
desplazó a Riad invitado a una cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo, y
allí pronunció un discurso en el que reivindicó el derecho de su país a buscar
nuevos socios -citó a Rusia, China e India- porque su país "es libre en
sus decisiones y no es coto de ningún país".
El monarca dijo entonces que existe un
"complot" contra las monarquías árabes de Marruecos, Jordania y el
Golfo, que constituyen "un remanso de paz y estabilidad", y que el
complot incluye un proyecto de "apoderarse de los recursos de los países
árabes y destrozar las experiencias exitosas de otros Estados, como
Marruecos".
Para Madani, es prematuro hablar de cambio
de rumbo en la diplomacia marroquí, y cree que existe más bien una "fase
de presiones" marroquíes para recuperar el estatus de socio privilegiado
de EEUU y de Europa que Rabat siempre tuvo.
El fin de la "era Obama", por un
lado, y del mandato de Ban Ki-moon al frente de la ONU han creado una atmósfera
coincidente de interregno en el que Marruecos quiere situar sus peones y
hacerse valer.
Con la Unión Europea, la lógica es
distinta: mientras el Tribunal de Justicia Europeo no decida sobre el recurso
de apelación contra su fallo de diciembre (que invalidaba un acuerdo
euro-marroquí), las cosas no se normalizarán. Y además Marruecos no admitirá
otro fallo que no sea el revocatorio.
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