Por Ana Miranda, Portavoz en el Parlamento
Europeo del BNG, que forma parte de la Alianza Libre Europea. Observadora
internacional en los juicios de Gdeim Izik.
Escribo desde el Tribunal de Sale en Rabat
(Marruecos) donde hemos podido entrar después de un fuerte control, de
requisarnos teléfonos y evitar cualquier comunicación al mundo. Tampoco se
permite pasar agua. Un clásico. En las puertas, las familias de los presos
saharauis, han venido de lejos. Mucha prensa y tensión acumulada en la rabia de
no ver a los tuyos en siete largos años, en la rabia de la manipulación y la
mentira.
No estamos ante un juicio ordinario, sino
delante de un juicio político que ha empañado la luz idílica y tan artificial
que Marruecos había construido sobre su imagen internacional de transición
democrática. Una trama prefabricada y maquillada de legalidad para minar, un
poco más, la causa del pueblo saharaui. Marruecos, con su dirigencia corrupta y
su miedo a perder el control después de varios avisos venidos de Bruselas, es
muy consciente de que debía magnificar el trato hacia su opinión pública, hasta
tal punto que este juicio dura casi 7 largos años. Ese prolongamiento forzado pretende
debilitar al movimiento saharaui y ejemplificar ante movilizaciones semejantes.
La libertad de expresión, la información, asociación y manifestación brillan
por su ausencia. La sombra de Marruecos es larga y se prolonga al mundo, con
coacción, contrainformación e intolerancia, por supuesto, con sus cómplices,
también en Europa. Lo hemos vivido quienes fuimos miembros del Parlamento
Europeo, con el caso de Aminetou Haidar, con nuestra lucha para excluir de los
acuerdos bilaterales con la Unión Europea al Sahara Occidental, en cuyos
debates, el Reino desplegaba su diplomacia feroz a coaptar a los eurodiputados
que se dejaban y a presionar a sus gobiernos. A nosotros, a las y los que
defendemos la causa del pueblo saharaui, no nos engañaron nunca, con su manto
de arrogancia.
¿Cuándo empezó?
Las condiciones de intensa discriminación social, económica,
política y cultural que asolaban el Sahara Occidental, ocupado ilegalmente por
Marruecos, son tan terribles que en 2010 se formó el campamento de la dignidad,
Gdeim Izik, que fueron abatidos con violencia. Son numerosas las denuncias
internacionales sobre el abuso, la violencia y la tortura. Pero Marruecos es
impune a todo. O era. Hasta este juicio que ha llenado de sombras la imagen que
el propio Rey se molestó en agrandar y que venía a decir que Marruecos es una
democracia. Falso, como hoy hemos comprobado en esta audición.
¿Cómo pasó?
En aquel desahucio de Estado contra la
protesta, mueren 11 policías y 2 activistas saharauis. 25 personas son
detenidas sin pruebas, acusadas de asesinar a los policías. Ahí empieza su
calvario, pues simplemente luchaban por tener igualdad y que sus derechos y
libertades fuesen respetadas. Pero son detenidas, se le presentan prueban
infundadas, aparecen vídeos falsos, se les tortura, se traslada a Marruecos y hasta
son juzgadas, como civiles, por un tribunal militar. Antes las críticas
internacionales, el enjuiciamiento militar se anula y pasan ser juzgados por la
jurisdicción civil. Mientras, la causa ya ha dado la vuelta al mundo. Y las
sombras crecen.
¿Dónde?
Los presos políticos fueron detenidos
en El Aiuun. Pero al ser detenidos, los
defensores saharauis son deportados a Marruecos. Sí, deportados. El Sahara
Occidental es reconocido como un territorio no autónomo bajo la supervisión del
Comité Especial de Descolonización de la ONU. Abandonado por España, la
potencia colonizadora, Marruecos lo ocupa ilegalmente, lucrándose de sus
recursos, de su tierra, de su mar y aire. Destierra al legítimo dueño a ser
exiliado en su propia tierra, y también en el desierto. Por eso, el traslado de
los presos desde el Sahara Occidental para Marruecos, se hace de forma
extraterritorial y por tanto ilegalmente.
¿Por qué es una farsa judicial?
Desde el minuto cero, desde la detención
hasta el paso por la vía militar hasta la civil, el proceso es un conglomerado
de irregularidades y vulneración de los derechos fundamentales, sin equidad ni transparencia ni equidad. Los
presos fueron imputados con pruebas falsas y confesiones obtenidas con tortura
haciéndoles firmar hojas en blanco, arrodillados con esposas durante
horas, pisoteados. Ahora aparecen
testigos que antes no existían y que no son capaces ni de identificar el
campamento. El Comité contra la Tortura de Naciones Unidas así lo reconoce en
el caso del preso Asfari en noviembre de 2016, condenando a Marruecos. La falta
de garantías, la incomunicación de los presos, la falta de fundamentos y
pruebas hacen que la sombra de la debilidad judicial de una reforma que es
cofinanciada por la UE, haga sumar más críticas y denuncias internacionales.
La defensa de los presos, después de años
de impedimentos, renuncia y hoy aparecen los abogados de oficio. Las dos
abogadas francesas Olfa Ouled e Ingrid Metton fueron violentamente expulsadas
de la audiencia el pasado 17 de mayo, después de que el día anterior
comunicasen al Juez que abandonaban la defensa de los presos saharauis, al
considerar un montaje todo el proceso judicial.
Manipulación y arbitrariedad estatal desde
el principio al fin de un juicio contra los 24 presos que no cumple la
legalidad internacional, ni por la causa, ni por el lugar, ni por el respeto de
las garantías y derechos, ni por ser transparente. A quienes estábamos hoy
allí, igual que a otros antes, se nos ha dejado entrar por darle un halo de tul
en la corte. La causa de Gdeim Izik ha dado luz a la causa de la lucha del
pueblo saharaui por su libre determinación y contra la ocupación ilegal. Saben
que no están solos. Clamamos por su liberación desde la política, las
organizaciones solidarias, de derechos humanos, desde los Intergrupos de
diversas naciones y el Intergrupo Paz para el Pueblo Saharaui del Parlamento
Europeo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario