*Fuente: L'HUMANITÉ. 22/04/2016
Por Naâma Asfari, Militante saharaui preso
en Salé (Marruecos), condenado a treinta años de prisión.
Soy un preso político. Yo, Nosotros, no
hacemos política, luchamos contra una determinada política. No luchamos contra
la política sino contra ciertas políticas y formas de hacer política. ¿Qué tipo
de política hace el régimen marroquí contra nosotros? ¿Qué política hace la ONU
para asegurar y mantener una paz justa en el mundo? ¿Y los cinco miembros del
Consejo de Seguridad? Una política que no tiene ética es lo contrario de la
política. Pero la política ya no es no es la moral. Sólo soy un hombre
sencillo. La política me ha privado de todas las pequeñas cosas que me habrían
permitido vivir una vida como cualquier hombre en el mundo.
Siendo niño, la atrocidad de la política me
privó de la ternura de un padre y una madre. De joven, fui privado de los
derechos de los que debería beneficiarse toda la juventud del mundo. Todos los
derechos y libertades no existen sin el derecho de mi pueblo: el derecho a la
libre determinación. Hoy tengo 46 años, fui condenado a treinta años de prisión
junto con veintitrés compañeros, condenados a cadena perpetua algunos. Estas
condenas son ilegales e injustas. Todo el mundo lo reconoce, el Estado marroquí
en primer lugar, que derogó el tribunal militar en el período inmediatamente
posterior a nuestras convicciones. Los medios de comunicación, intelectuales de
todo el mundo, ¿qué es lo que hacen? No soy un terrorista, no somos
terroristas. Somos activistas, estamos luchando pacíficamente por la
autodeterminación de nuestro pueblo. Creo en vuestro concepcto de la justicia.
Estudié Derecho en la Universidad de Nanterre. Empecé mis estudios de derecho
en Marruecos, el país que amo con todo mi corazón. Tengo respeto por Marruecos
y el pueblo marroquí. Yo sueño como cualquier joven magrebí con un futuro de
paz. Francia, gran potencia, debe estar más cerca de los pueblos del Magreb en
los valores de las Naciones Unidas.
La primavera árabe se inició en el Sahara
Occidental, en Gdeim Izik a principios de octubre de 2010. Nuestras
reivindicaciones, las de miles de hombres, mujeres y niños que se reunieron en
tiendas de campaña en el desierto, se basaban en el respeto al derecho del
pueblo saharaui a la autodeterminación. El difunto Hassan II lo había aceptado
y prometido. Bajo los auspicios de la ONU, Marruecos firmó con nuestro propio
representante, único y legítimo, el Polisario, un acuerdo para el referéndum de
autodeterminación. Sus herederos han negado estos compromisos. Francia deje,
junto con España, facilitar los acercamientos en lugar de complicarlos. El tema
de los Derechos Humanos debe ser la prioridad. Me impactó mucho cuando supe que
el representante de Francia en el Consejo de Seguridad amenazó con utilizar el
veto en contra de la propuesta del representante de los Estados Unidos para
ampliar la misión de la MINURSO a la cuestión de los derechos del hombre. Hay
medios e instrumentos para obligar a Marruecos a respetar el derecho
internacional. El 7 de marzo el año 2016 Marruecos ha expulsado a una
delegación internacional de abogados y juristas. ¿Quién protesta? El Consejo de
Seguridad debe examinar la cuestión del Sahara Occidental. Francia debe pedir a
Marruecos un poco de sabiduría, realismo y lógica. Marruecos viola todas las
normas del derecho, y es a través de reglas que hay que prevenir cualquier
amenaza contra la paz y la seguridad. Marruecos, con su política, se ha
convertido en un Estado delincuente. Las negociaciones son el único camino para
un resultado justo aceptable para todos. Pero hay una condición: el respeto a
la elección del pueblo saharaui que ha construido durante cuarenta años su identidad
nacional.
Represento a una generación que sueña con
morir en paz con Marruecos. Mi libertad no tiene ningún valor sin la liberación
de todos: los marroquíes, mauritanos, argelinos, tunecinos, libios, franceses,
españoles, ONU... Que cada uno asuma la responsabilidad. En fin: yo no hago
política. Yo soy militante por la justicia. La justicia real en todo el mundo.
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